No hay que mantener a un hijo vago
El fallo que exime a unos padres cántabros de alimentar a su hija de 23 años reabre el debate sobre parasitismo social en un país donde los jóvenes se van de casa a los 29
Hay un dicho popular según el cual todo hijo llega con un
pan bajo el brazo, pero ¿hay que dar pan a un vástago durante toda la
vida?. El debate sobre cuál debe ser la respuesta a esa pregunta se ha
reabierto estos días después de que la Audiencia de Cantabria
desestimara la demanda de una mujer de 23 años que reclama a sus padres
una pensión de alimentos que la pareja no incluyó en el acuerdo de
separación alcanzado en abril del 2012, cuando la joven ya era mayor de
edad. El tribunal eximió a los progenitores de dicha responsabilidad por
la «vagancia» de la demandante, una actitud que en su día el Tribunal Supremo calificó como parasitismo social.
No es el único caso que se ha dado en la historia jurídica
española. Hace justo un año, en Vigo, por ejemplo, la Audiencia también le había denegado la ayuda para alimentos a un chaval de 24 años por su «apatía» en la búsqueda de empleo.
Con todo, aunque España es el sexto país de la UE donde los jóvenes se
van de casa más tarde (29 años, tres más que la media que está en 26,1),
hay que diferenciar entre aquellos que no se emancipan porque
desaprovechan las oportunidades que se les presentan o los que son
víctimas de los caprichos de la economía y el mercado laboral.
En el caso que ha reabierto ahora el debate sobre este
asunto, el fallo de la Audiencia cántabra ratifica una sentencia previa
del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Castro Urdiales dictada el
año pasado, por la que el tribunal recordaba, como recoge Europa Press,
que la obligación de proporcionar alimentos a los hijos se extiende
hasta que estos alcancen la suficiencia económica, «pero siempre y
cuando la necesidad no haya sido creada por la conducta del propio
hijo». Pero en el caso de la demandante su «vagancia» no la hace
merecedora del pago.
La muchacha, pese a su edad, no acabó la enseñanza
secundaria obligatoria (ESO) y había obtenido dinero previamente para
realizar cursos de ofimática o informática «sin obtener resultado
alguno», bien por no matricularse, o bien por no asistir de forma
regular o continua a las clases. La sentencia añade, además, que la
chica ha realizado diversos trabajos en varios lugares, como Londres, Cádiz,
Huelva o Castro Urdiales, «sin haber aprovechado para el aprendizaje
del idioma inglés» o finalizando los mismos por diversos motivos, como
«excesivo esfuerzo, demasiadas horas, escasa retribución», y «a su
conveniencia», sin que por otro lado haya aprovechado el tiempo «para
aumentar o finalizar su formación».
No todos son «ninis»
El fallo hace pensar que la joven cántabra podría ser una nini -
denominación que designa a aquellos jóvenes que ni estudian, ni
trabajan- o al menos podría pretender serlo en caso de un fallo a favor.
Pero hay que diferenciar, como explican fuentes conocedoras del derecho
de familia, entre casos de jóvenes que no buscan trabajo o no
aprovechan las oportunidades que le brindan sus padres con aquellos que
no tienen otra alternativa que estar en el nido paterno hasta que
encuentran un trabajo que les permita ser del todo independientes.
Según los datos que dio a conocer ayer Eurostat
correspondientes al 2015, recogidos por Efe, España es el sexto
país comunitario donde más tarde se produce la independencia. Gana a Croacia, país donde más tarde se van de casa (31,4 años); Malta (31,1); Eslovenia (30,9) o Italia, donde comen espaguetis de la mamma
hasta los 30,1. Estos son los únicos cuatro Estados miembros en los que
los jóvenes entran en la treintena antes de abandonar el hogar de sus
padres. Totalmente diferente es el caso de los jóvenes suecos, daneses o
finlandeses. Los primeros son los más prematuros al cruzar el umbral a
los 19,7 años. Los segundos lo hacen a los 21,1 y los terceros a los
21,9. Además, lo habitual es que trabajen al tiempo que estudian. Bien
es verdad que su bolsa de empleo es mayor que la de los países del sur
de Europa.
Donde Eurostat ha hallado diferencias a la hora de
emanciparse es en el género. Las mujeres se van de casa antes que los
hombres en todos los países del bloque comunitario, con las diferencias
más notables registradas en Rumanía (25,6 años para ellas frente a 30 años para ellos).
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