domingo, 26 de abril de 2015

ABC

 

Así sufren los niños un divorcio según su edad



Desde que nacen a la adolescencia. A cada etapa les afecta de una forma distinta la ruptura de la relación de sus padres


El divorcio es una situación nada deseable por una pareja que ve cómo sus planes y proyección de vida se quiebran por una u otra causa. Cada miembro lo asume de mejor o peor manera y superar la ruptura no siempre es fácil y dependerá del tiempo que llevaran juntos, la razón de la ruptura, la personalidad y madurez de cada uno y, sobre todo, de si tienen hijos.
Los hijos suelen ser las grandes víctimas de la separación de sus padres. Para ellos suele ser un hecho más o menos inesperado y que les rompe la estabilidad a la que estaban acostumbrados. Según la edad que tengan, así les afectará la noticia. Cristina Noriega, doctora en Psicología y autora de «Divorcio. ¿Cómo ayudamos a los hijos?», explica las diferencias en las reacciones emocionales según el momento evolutivo de los hijos.

Niños hasta dos años

Dede que nace, el bebé empieza a confiar en los adultos según los cuidados que recibe, primero de la madre o cuidadora y, poco a poco, del resto de figuras de referencia. Siendo muy pequeños, los niños no entiende qué es un divorcio ni lo que implica. Sin embargo, como en esta etapa de la vida son muy sensibles, cualquier cambio experimentado en el ambiente lo percibirán. Son capaces de sentir la ausencia de uno de sus progenitores. El no saber si volverá o no les crea angustia y lo más frecuente es que lo manifiesten con llantos intensos e irritabilidad, alteraciones de sueño y alimentación.
Pautas: la ausencia de uno de sus cuidadores es vivido por el hijo como un abandono. Es fundamental que el niño tenga contacto habitual con sus padres. Se le debe mostrar confianza y mantener rutinas y hábitos lo más consistente posible.

De dos a tres años

Ante un proceso de divorcio es posible que el niño, que se encuentra inmerso en una etapa con grandes hitos —andar, control de esfínteres...—, muestre dificultades: problemas psicomotores, falta de control de esfínteres, alteraciones de sueño, retraso en el habla, etc.
Son conscientes de las emociones que manifiestan —ira, rabia, tristeza...—, pero no saben cómo manejarlas.
Tendrán fantasías de que sus padres volverán a estar juntos ante la incapacidad de entender lo que está pasando.
Pautas: reasegurar al hijo que se le quiere y permitir contacto con ambos padres. Es común que el niño entre en la fase del «no» y los adultos deben marcarle límites siempre.
También hay que compartir actividades agradables con el niño y jugar con él para que pueda expresar más cómodamente su malestar.
En el caso de que manifieste conductas regresivas —chuparse el dedo o falta de control de esfínteres...— no hay que regañarle, sino ayudarle a que gane poco a poco autonomía y aprenda a controlarse solo.

Niños de 3 a 5 años

En esta etapa suelen hacer bastantes preguntas. Desarrollan su actividad, imaginación, cuentan historias, cuentos. También son egocéntricos, todo lo que ocurre a su alrededor tiene relación con lo que piensan: «papá y mamá se han separado porque me he portado mal».
También es una etapa de muchos miedos, sobre todo a quedarse solos o que sus padres dejen de quererles.
A esta edad tiene lugar la elaboración del complejo de Edipo cuando vemos a niños y niñas que se muestran posesivos con la madre y rivalizan con el padre.
Pautas: corregir posibles interpretaciones erróneas sobre qué es el divorcio. Insistir en que la culpa no es suya y que papá y mamá no le van a abandonar nunca.
Observar los cambios de conductas y corregirle explicando cuáles son las consecuencias. Mantener los hábitos y rutinas para que el niño sienta seguridad y continuidad.
Ante el complejo de Edipo, ayudarle a aceptar que él es el tercero.

Niños de 6 a 12 años

Es la etapa de latencia. El niño es menos activo que en la fase anterior porque dedica todas sus energías al ámbito escolar y al aprendizaje.
A nivel emocional salen de su egocentrismo y comienzan a ser más sensibles hacia sus propias emociones y las de los demás. Tienen mayor capacidad para entender lo que es un divorcio, aunque no suelen expresarlo por miedo a preocupar al padre o madre. Miedo al rechazo o sentimientos de culpa.
Todavía permanecen las fantasías de unión de los padres. Al no ver confirmadas sus esperanzas se sienten traicionados, tristes y rabiosos.
Pueden sufrir pesadillas, regresiones, sentimientos de abandono.
Pautas: es importante mantener contacto con el colegio para informar de la situación y reforzar sus logros en el aprendizaje. Hacerle saber que sus padres no le van a abandonar, pero que no volverán a estar juntos como pareja.

Adolescentes

Esta fase es complicada porque hay una búsqueda de su propia identidad y el adolescente suele revivir experiencias vividas de etapas anteriores. El divorico en esta etapa complica la construcción de su identidad porque ellos necesitan sentir mucha seguridad, por eso es frecuente que pongan a prueba a sus padres para confirmar que hay límites y que van a mantenerse a su lado.
Si el ambiente en casa no es seguro, sentirá miedos. Algunos experimentarán soledad y buscarán esa seguridad en grupos de iguales de los que tendrá excesiva dependencia. Muchos pueden encontrar vías de expresión de ira y la hostilidad a través de trastornos de alimentación, consumo de sustancias, conductas sexuales de riesgo...
Es habitul que realicen esfuerzos para reagrupar a sus padres. Alguna de las vías más frecuentes es la ruptura de normas o quejas psicosomáticas: dolores de cabeza, barriga, dermatitis, etc.
Pautas: Se le puede explicar en qué consiste el divorcio y hablar abiertamente de ello e implicarle en cuestiones como las decisiones de la custodia compartida. La mayoría de conflictos se reflejan en el colegio y es necesario estar al tanto.
Importante no convertir al hijo en pareja, padre o confidente. Es esencial que mantenga contacto con el progenitor de su mismo sexo para que asi pueda construir de forma adecuada su identidad sexual.

martes, 14 de abril de 2015

ABC

 

Cómo ayudar a los hijos tras el divorcio de sus padres


Cada vez hay más niños que sufren los efecto de la separación


El número de divorcios ha crecido de manera alarmante en nuestro país. Si hace diez años 41.621 matrimonios terminaban en ruptura, hoy esa cifra se supera con creces, la cifra ha crecido un 150%, lo que se traduce en 62.000 divorcios anuales más.
Detrás de estas cifras se esconde el sufrimiento de las parejas que sienten frustrados sus planes de vida conyugal. Pero tampoco hay que olvidar que los grandes perdedores de estas rupturas son los hijos, sobre todo cuando son pequeños.
Cristina Noriega, doctora en Psicología y autora de «Divorcio ¿cómo ayudamos a los hijos?», asegura que sería necesaria una preparación adecuada para la vida matrimonial, para cuidarla en todo momento y asistirla cuando surgen problemas y dificultades. «Sin embargo —puntualiza—en demasiadas ocasiones por nula o escasa preparación, inmadurez, por falta de ayuda eficaz, por imposibilidad real de superación de los conflictos o por otros muchos factores entremezclados entre sí, se produce la ruptura matrimonial».
—Si una relación resulta inviable, ¿por qué es tan dolorosa la separación de la pareja?
—Independientemente de los motivos que hayan llevado a la ruptura de la pareja, una separación es un proceso tremendamente doloroso porque representa numerosas pérdidas. Siempre que se disuelve un vínculo, se produce una pérdida de las fantasías, de las esperanzas, los sueños, los planes y los proyectos que había en común de la pareja. Además, se produce una ruptura del equilibrio familiar, tanto en los modos de relacionarse, como en los hábitos, las tradiciones y las costumbres.
Esto cobra especial importancia cuando hay hijos, ya que se pasa de ser «padres como matrimonio» a ser «padre» y «madre» en solitario, con los cambios que ello implica. Estas pérdidas, junto con otras que también suelen tener lugar, como la disminución de apoyos sociales cuando los amigos o los familiares se dividen en bandos, la disminución del nivel socioeconómico, entre otros, implican tener que adaptarse a una nueva etapa que es desconocida y en la que hay una gran incertidumbre acerca del futuro.
—¿De qué depende que el duelo se supere antes o después?
—Depende de muchos factores, como puede ser el clima familiar previo a la ruptura, la personalidad subyacente de cada uno de los miembros de la pareja, el grado de conflictividad durante el proceso, la cantidad de apoyos sociales, la presencia o no de hijos, etc. Además de estos factores hay un requisito esencial para elaborar el duelo por la relación perdida: el tratar de entender qué pasó en la relación y qué papel ha jugado cada uno en la ruptura.
Sólo cuando uno siente que la vida puede seguir adelante a pesar de la pérdida sufrida y se permite conservar los momentos buenos compartidos, los sueños y las esperanzas, tratando de no quedarse exclusivamente con la parte negativa de la relación o la persona amada, podrá crecer a nivel personal y volverse más fuerte.
—¿Estamos preparados para superar las separaciones dramáticas?
—Con frecuencia nos encontramos con parejas y familias donde hay unos niveles de conflictividad y sufrimiento muy elevados y donde restablecer y crear un espacio para la comunicación es difícil, pero esto no quiere decir que sea imposible. En muchas ocasiones, este tipo de familias requieren de la ayuda de profesionales (psicólogos, psiquiatras, mediadores, orientadores familiares) que faciliten la comunicación entre las partes.
Sin embargo, el objetivo va siempre dirigido a que los progenitores puedan por sí mismos llegar a dar solución y gestionar sus controversias, en lugar de delegar en terceras partes, pues nadie mejor que ellos van a saber qué es mejor para sus hijos.
—¿Qué es menos dañino para los hijos: unos padres que discuten todo el día o unos padres divorciados?
—El presenciar discusiones intensas entre los padres genera un profundo sufrimiento en los hijos, pero eso no significa que el divorcio sea la solución para disminuir su malestar. Las cosas no son blancas o negras. Cada familia es diferente y, por tanto, creo que hay que ser muy prudente a la hora de hacer este tipo de comparaciones.
Una de las fuentes que genera más malestar en los hijos es el conflicto entre los padres, independientemente de que estén divorciados o no. Por este motivo, en el libro no sólo se incluye una serie de pautas que ayuden a padres divorciados a gestionar diversas situaciones conflictivas a las que se pueden ver expuestos, sino que, además, tiene un capítulo dirigido a aquellas parejas que estén reconsiderando la separación y donde se incluyen una serie de pautas que les pueden ser de ayuda para encontrar una manera más positiva de comunicarse.
—Cada vez hay más hijos de padres divorciados, ¿cuáles son los mejores consejos para que no sufran?
—Si tuviera que destacar tres serían las siguientes. En primer lugar, me parece fundamental escuchar y ayudar a los hijos a expresar sus emociones. Para ello es muy importante observar, por ejemplo, si vemos que un niño comienza a pegar a los compañeros del colegio y nunca lo había hecho. Habrá ir más allá de la conducta en sí y escuchar qué nos está tratando de decir con ese comportamiento al tiempo que mostrarle vías adaptativas para expresar el enfado que, en este caso, pueda estar sintiendo.
En segundo lugar, hay que dejar a los hijos siempre fuera de la conflictiva de los padres, a pesar de la hostilidad, rabia y enfado que los padres puedan sentir hacia el otro progenitor.
En tercer lugar, recordar que los hijos tienen derecho a estar en contacto y a tener una imagen positiva de ambas figuras parentales, independientemente de lo que haya pasado en la relación de pareja.
—¿Cuál es el papel de la escuela ante el divorcio de los padres de un alumno?
—La tarea del colegio es la de acompañar a los padres en la educación de los hijos, independientemente de que los padres estén separados o no. No obstante, dado que lo emocional repercute directamente en lo escolar, la actuación del colegio aumentará necesariamente, ya que no sólo va a tener que preocuparse por la parte académica del alumno, como es de esperar, sino que la parte emocional va a tomar tal cariz que puede llegar a anteponerse a lo académico. De hecho, en muchos casos son los colegios los primeros en detectar cambios comportamentales o emocionales en el alumno, lo que facilita la intervención precoz cuando aparecen estos síntomas, evitando así duelos complicados o problemas mayores en un futuro.
—¿De qué manera influyen las nuevas tecnologías o redes sociales a «recuperarse antes como personas»?
—Las nuevas tecnologías son un medio que pueden ser beneficiosas o perjudiciales en función del uso que se le dé. Pueden ser utilizadas de manera beneficiosa si facilitan las interacciones padres-hijos. Por ejemplo, padres que no conviven con los hijos pueden usar las nuevas tecnologías para hablar viéndose la cara y enviar y recibir fotos de manera prácticamente instantánea. Sin embargo, las nuevas tecnologías también pueden ser un arma arrojadiza que no produce más que dolor y resentimiento si son empleadas para atacar, controlar o poner a los hijos en contra. Por eso es importante ser cuidadoso con la información que se comparte en las redes sociales para evitar así que se pueda arrepentir en un futuro o que pueda ser utilizada por la otra parte en su contra.

lunes, 13 de abril de 2015

LaVoz de Galicia

Los pleitos de los divorciados copan la demanda de justicia gratuita en Vigo

25 ciudadanos acuden a diario a los juzgados para presentar su petición


Cerca de 25 personas acuden cada día, de media, a las oficinas del Colegio de Abogados de Vigo a solicitar justicia gratuita para tener derecho a ser defendido por un letrado de oficio porque no tienen dinero para costearse uno ni hacer frente a las tasas, recién eliminadas para los pequeños litigantes. A lo largo de la mañana, decenas de personas cogen número y se sientan en las oficinas de los juzgados de la calle Lalín para presentar sus datos económicos que prueban su falta de recursos y obtener la representación legal gratis.
En los cien primeros días del año, del 2 de enero hasta la fecha, el colegio tramitó 2.364 solicitudes de justicia gratuita pero la cifra real es mayor porque todavía falta por computar cerca de un centenar de asistencias a detenidos de los últimos días. Hace un año, se contabilizaron 2.563 peticiones en total, por lo que este año hay una disminución del 10 %. Más que el fin de la crisis, los abogados creen que ha influido la eliminación de las tasas judiciales, lo que ha abaratado los costes de un litigio.
Una importante parte de los ciudadanos que piden abogado de oficio promueven pleitos por una crisis matrimonial, o porque tiene deudas y los acreedores lo han llevado a los tribunales o porque ha sido detenido por una causa penal y lo atienden en comisaría o el fiscal pide pena de prisión para él en el juicio. Los abogados del turno de oficio, que admiten que cobran sus honorarios puntualmente, también atienden gratis también a las víctimas de malos tratos y a los detenidos por violencia doméstica.

Un ligero descenso de tramitaciones desde el 2013

El Colegio de Abogados tramitó en el 2014 un total de 9.019 solicitudes de justicia gratuita (hay que sumar 200 casos de asistencias a detenidos que estaban pendientes de contabilizar). En el 2013, cuando se alcanzaron 9.383 peticiones y desde entonces bajaron las solicitudes. Prueba de ello es que el año pasado, llegaban una media de treinta peticionarios al día y ahora 25.
El primer lugar lo ocuparon las asistencias a detenidos en comisaría, con 3.450 abogados movilizados a lo largo del año pasado. Tras el capítulo penal, una gran parte de los abogados de oficio fueron solicitados para llevar 2.074 procesos civiles por reclamaciones de deudas, herencias o desahucios. Hay que tener en cuenta que en el 2014 seguían vigentes las tasas y que el demandante debía pagar entre 100 y 300 euros, y otros 800 euros si apelaba en la Audiencia. Razón de más para que los abogados aconsejasen a sus clientes pedir justicia gratuita y ahorrar dinero.
También hubo 1.717 peticiones por conflictos matrimoniales por divorcios, pensiones de alimentos o custodias. Y se registraron 566 solicitudes de defensa gratis en asuntos laborales, por ejemplo, porque el trabajador recurrió contra la denegación de una invalidez. Además, se pidieron 372 letrados para malos tratos.

La Xunta exige a las parejas de hecho la sentencia de su ruptura

Mientras viven juntos, las parejas de hecho están libres de ataduras y de papeleos. Pero una vez que rompen, pueden entrar en una pesadilla burocrática cuando quieren regular su situación para cobrar ayudas sociales. La Administración les pide al solicitantes que pruebe que tiene la custodia de su hijo, que vive separado o, si es el padre, que abona una pensión de alimentos. Hasta entonces, la pareja no tenía nada por escrito pero, tras quedarse en paro y quedar sumidas en la pobreza, se ven obligadas a peregrinar por los juzgados para obtener certificados y sentencias de su situación familiar.
Eso es lo que les ha pasado a las parejas de hecho que van a pedir la justicia gratuita al Colegio de Abogados para separarse con papeles porque la Xunta les exige ahora que presenten la sentencia que pruebe la ruptura de su hogar familiar y su situación precaria, condición para obtener la ayuda social de la Risga.
Los pleitos de la Risga, como se les ha bautizado en los juzgados, son cada vez más numerosos según admiten funcionarios de los juzgados de Familia y fuentes del Colegio de Abogados.
Hasta hace poco, las parejas de hecho solicitaban un abogado de oficio al Colegio de Abogados y presentaban a la Xunta el papel conforme habían dado los primeros pasos para romper su relación. El documento de inicio de los trámites era válido en la Administración gallega y, según fuentes jurídicas, muchas parejas, al final, pedían abogado pero luego ni se llegaban a separar y continuaban su convivencia incluso tras obtener la Risga. «Sospechábamos que había un poco de fraude, de gente que iniciaba el proceso judicial de separación o de solicitud de custodia y entregaba la mera solicitud de petición de abogado de oficio pero luego seguían viviendo juntos como si nada, todo para obtener la Risga», dicen fuentes colegiales.
La situación ha dado un giro porque la Xunta se ha vuelto más precavida y ahora exige que los solicitantes de la Risga presenten la sentencia que regula la custodia de los hijos o la separación.
Lo confirma la coordinadora de la Justicia Gratuita en Vigo, Asunción Álvarez Lois. «Hay muchas parejas de hecho que viven separadas y no tiene regulación ni sentencia de guardia y custodia. El problema surge cuando tienen que justificar que no tienen ingresos, lo que se complica si hay un menor porque hay que probar que una parte paga la pensión de alimentos. Es cierto que la Xunta está exigiendo estas sentencias para ver si establece obligaciones al padre y le exige el pago de alimentos», explica.