jueves, 27 de noviembre de 2014

ABC

Los divorcios aumentan el fracaso escolar y el consumo de alcohol en los hijos afectados

El 32% de los hijos de divorciados británicos fueron utilizados en las disputas de sus padres

La experiencia, la mera observación y el sentido común dan por descontado que los niños son casi siempre víctimas en el campo de batalla de un divorcio. Ahora un estudio británico, una encuesta entre 500 hijos de 14 a 22 años que vivieron una ruptura en su hogar, lo certifica con datos preocupantes y concluyentes. El 19% empeoraron su rendimiento escolar y el 15% se vieron obligados a cambiar de colegio, rompiendo con su entorno amical. Los niños fueron también utilizados masivamente como ariete de los cónyuges para arremeter el uno contra el otro en sus disputas; el 32% se sintieron utilizados como mensajeros en las peleas de sus padres y presionados contra la otra parte. Los desórdenes alimentarios también aumentan entre los hijos de divorciados.
El estudio ha sido sufragado por Resolution, la asociación que agrupa a los 6.500 abogados de familia de Inglaterra y Gales, y sus autores concluyen que «los niños no pueden funcionar bien si su vida emocional es un caos». El estrés que provocan los divorcios empuja incluso al 14% al alcohol y un 13% llegan a coquetear con las drogas. El 65% que vivieron el trauma en su infancia reconocen que les dificultó obtener el graduado escolar.
Molly Baker, una niña de 16 años de Sheffield, que tenía siete cuando sus padres se separaron, recuerda cómo cambió su vida en una situación de custodia compartida: «Tener que vivir entre dos casas durante la semana significaba muchísimo estrés, tenía quellevar mis libros y los deberes de un lado a otro, y prepararlo todo dos días antes. El divorcio también afectó a mi educación. El propio procedimiento me hizo perder clases y atención. Por fortuna, según me hice mayor me resultó más fácil. Recibí ayuda y en secundaria he conseguido centrarme».
Emma Austin, especialista de apoyo en el hogar de la escuela Frederick Bremer de Londres, explica que «cualquiera que trabaje con los niños cada día y sea testigo de las implicaciones familiares de una ruptura sabe que los efectos son devastadores para los hijos, incluida la vida escolar».

En Reino Unido, cada año cien mil niños de menos de 16 años sufren el divorcio de sus padres. «¿Cuántos estudios más hacen falta para que el Gobierno se tome este problema en serio?», se preguntan en Resolution.

Situación en España

En España en 2013 se firmaron 95.427 divorcios y 4.900 separaciones. Actualmente se registran dos divorcios por cada mil habitantes. La edad media de las mujeres que rompen es de 42 años y la de los hombres, de casi 45. En el 76% de los casos las mujeres reciben la custodia de los niños. Un divorcio genera una inmensa tensión. Los de mutuo acuerdo –el 75,8% del total– se resuelven en tres meses, pero los polémicos se prolongan nueve meses y medio.
Las pérdidas alcanzan también al entorno familiar. La quinta parte de los niños ingleses hijos de padres divorciados no volvieron a ver a los abuelos de una de las partes. Los especialistas británicos recomiendan que se recurra a servicios de mediación para evitar disputas ante los pequeños, fuente para ellos de estrés, angustia y a veces problemas psicológicos.


España ya es el cuarto país de la UE con más divorcios


Desde que se aprobó la «ley del divorcio exprés» las rupturas se han duplicado

En una década España se ha convertido en el cuarto país de la Unión Europea con mayor número de divorcios, tras Alemania, Reino Unido y Francia. Si hace diez años 41.621 matrimonios terminaban en ruptura, hoy esa cifra se supera con creces. En 2012, fueron 104.262 parejas las que decidieron no convivir juntas el resto de sus vidas.
Estos datos, que provienen del «Informe de evolución de la familia en Europa 2014», elaborado el Instituto de Política Familiar (IPF), serán presentados en el Parlamento Europeo el próximo mes de septiembre.
Ya no sólo se trata de que se produzcan más divorcios. Sino que además, a la luz de los datos del IPF, nuestro país no sigue las tendencias de los europeos. Mientras ellos han logrado paralizar e incluso descender los divorcios (es el caso de Reino Unico con un descenso del 19% y de Alemania con un 12%), España ha ocurrido todo lo contrario: el crecimiento ha resultado espectacular, un 150%. Lo que se traduce en 62.000 divorcios anuales más. Otros países como Polonia e Italia, donde tradicionalmente se separaban más parejas, también han registrado incrementos, pero mucho menores. Polonia sólo 16.685 divorcios más al año e Italia 11.971. De tal forma que, España ya les ha superado.

Lo que ha cambiado

El IPF señala que la explosión de divorcios se ha producido a raíz de los cambios legislativos de 2005, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En 2004, se registraron 50.974 divorcios, una cifra que se ha duplicado ocho años después. De hecho, el IPF sostiene que la conocida «ley del divorcio exprés» mantiene grandes diferencias con las normativas de otros países: porque elimina la separación como paso previo al divorcio, basta que uno sólo de los cónyuges quiera poner fin a la convivencia y suprime las causas para disolver el matrimonio.



viernes, 7 de noviembre de 2014

ABC

 

Hasta dónde puede llegar la venganza hacia una ex pareja


Alberto Isla y Techi, el ex de chabelita y la ex de Kiko rivera, se casan. ¿Por amor?... ¿O por venganza?

Alberto Isla y Techi, el ex de chabelita y la ex de Kiko rivera, se casan. La decisión de estos excuñados de dar un paso al frente y caminar al altar es por amor... ¿o desamor?. ¿Hasta dónde podemos llegar por venganza hacia nuestras ex parejas? Para Ciara Molina, psicóloga y fundadora de Psicóloga Emocional, antes de ver lo que somos capaces de hacer por despecho, debemos entender bien su definición. «Desde un punto de vista psicológico hablaremos de despecho cuando tenemos una respuesta emocional intensa como consecuencia de un resentimiento ante lo que consideramos un desengaño, un menosprecio o una ofensa», explica. Dicho esto... ¿que es capaz de hacer el ser humano por despecho? Pues dependerá en gran parte de nuestra personalidad. «Aquellas personas que tengan una madurez emocional elevada, el despecho lo trascenderán sin más sacando de él una enseñanza respecto a sí mismos y su relación con los demás. Ahora bien, aquellos que tienden a desbordarse con facilidad, que presentan dificultades en la comunicación y que ponen el foco de atención en el otro y no en ellos mismos, lo más probable es que incurran en algunas conductas de autocastigo, de apatía, autoengaño, o de tratar de devolver el dolor a la persona que despertó en nosotros esa frustación y malestar emocional».
A mayor valoración del daño, dependiendo de nuestra personalidad, más intensa será esa respuesta emocional. Generalmente suelen sucederse, en un principio, sentimientos de rabia e ira, llegando al odio cuando la persona tiene una falta de control de su gestión emocional. Quien llega a ese punto… ¿qué quiere conseguir? «Si entendemos que el despecho será gestionado de una manera negativa, llegará a este punto aquel que no tenga control sobre sus propias emociones», asegura Molina. «Personas que dan más importancia a las acciones de los otros que a la valoración de ellas mismas y las decisiones que toman. Generalmente son personas inseguras que crean relaciones de dependencia con los demás y cuando se dan cuenta de que la otra persona no les da lo que necesitan se sienten mal por ello, porque no es lo que esperaban. Se crean muchas expectativas y por lo general eso siempre acaba acumulando frustraciones».
Para la experta de Psicóloga Emocional, «aunque se incurra en la idea de que con el despecho puedo atraer la atención de la otra persona haciéndole ver lo mucho que me importa por el dolor que me produce, esto en realidad lo único que hará es alejarla mucho más (lo que pasa por ejemplo cuando se sienten celos). Pero como emoción intensa en el momento que la experimentamos es difícil manejarla, debemos esperar a calmarnos y posteriormente valorar por qué nos sentimos así, qué es lo que este dolor me está queriendo decir? Esa sería la pregunta que nos debemos responder de una manera objetiva», sugiere.

Perfiles más vengadores que otros

Pero lo que ocurre generalmente cuando nos sentimos atacados es que, de un modo instintivo, prosigue esta psicóloga, «tendemos a protegernos y atacar para sentirnos a salvo. Y esto puede llevarse a cabo de las maneras más variopintas». Algo así es lo que pasa con el despecho: «primero reacciono tensándome y trato de protegerme de ese dolor haciendo creer que soy más fuerte y esto no va a poder conmigo. Pero en realidad, lo que suele pasar es que es una careta, un escudo, porque por dentro se sienten realmente desprotegidos. El modo de protegernos dependerá de nuestra forma de ser y la capacidad o no capacidad de afrontar los miedos y los cambios que la vida nos presenta», resume Molina. «Yo en consulta he visto todo tipo de casos —apunta la psicóloga especialista en pareja Silvia Congost—. Hasta aquellos que, tras descubrir conversaciones de whatsapp de la pareja con un tercero, las han impreso y las han colgado por todas las tiendas del pueblo para que todo el mundo lo leyera», relata.
Lo que parece existir es un perfil de las personas más proclives a la venganza. «Los que tienen este tipo de actitudes tan irracionales, son personas siempre inseguras, obsesivas, manipuladoras y controladoras. Personas que incluso aunque hayan sido ellas infieles antes, si descubren lo mismo de su pareja lo van a ver completamente diferente», apunta Congost. «Las personas vengativas suelen presentar dos actitudes claras: el autoritarismo y la dominancia social. Es decir, guarda relación con la sensación de mantener el poder y protegerse de futuras ofensas. Pero la emoción que desencadena el proceso no tiene porqué ser la misma, ya que no todos consideramos una ofensa la misma situación. Mientras que una persona despechada puede utilizar la ira como mecanismo de descarga en su proceso de venganza, una persona que haya sentido una vergüenza pública también puede convertirse en vengativa y llegar al punto de seducir y casarse con su ex cuñado. Por tanto, emociones tan contrarias como la ira y la vergüenza pueden desencadenar el mismo proceso», matiza Molina.
En general, concluye esta última, cuando le preguntas a alguien porqué desea vengarse, la respuesta suele ser siempre la misma: necesito darle una salida emocional a este rencor que siento. «Piensan que si devuelven con la misma moneda el dolor se sentirán liberados, pero lo que suele suceder es justamente lo contrario. Está demostrado que aquellas personas que dejan de lado la venganza, se sienten mejor que los que la llevan a cabo, porque los primeros restan importancia a lo sucedido, logrando seguir con sus vidas, mientras que los segundos, dilatan el malestar en el tiempo al permanecer la herida abierta hasta que no resuelvan su malestar. Por tanto, consejo: siempre es mejor el perdón que el rencor, lo que no quiere decir que aceptes lo que ha pasado, simplemente asumir que no lo puedes cambiar pero sí construir un presente más armonioso».

viernes, 31 de octubre de 2014

El Pais


Pensión alimentaria hasta los 31

Varias sentencias judiciales obligan al progenitor a seguir ayudando a

mantener a hijos mayores de edad y con estudios debido a la crisis económica


La crisis, aseguran varios despachos de abogados de familia, ha multiplicado las demandas de padres e hijos que se denuncian entre sí alegando, los primeros, que al quedarse en paro o haberles recortado el sueldo no son capaces de pagar la pensión alimentaria fijada tras el divorcio, y, los segundos, que la tasa de desempleo juvenil en España —la segunda más alta de Europa, solo por detrás de Grecia— les impide encontrar un trabajo para valerse por sí mismos. En el último año varias sentencias han obligado a padres divorciados a seguir pagando esa pensión a hijos de incluso 30 años debido a la complicada situación económica.
El Código Civil no especifica una edad máxima para que un hijo siga recibiendo dinero de su progenitor. Sí establece las causas que eximen del pago de esa pensión: que el padre carezca de ingresos suficientes; que el hijo pueda ejercer un oficio que le garantice la subsistencia o que su falta de ingresos provenga de “mala conducta o falta de aplicación al trabajo”.
“Lo normal era que esa pensión se extinguiera cuando el hijo finalizaba sus estudios, con una prórroga hasta que encontrara trabajo, 26 años máximo”, explica Ana Sáiz, de Aba Abogadas. En ese sentido, una muy citada sentencia del Tribunal Supremo de 2001 denegó la pensión alimentaria a dos hermanas de 26 y 29 años, licenciadas en Derecho y Farmacia, alegando que mantenerla “sería favorecer una situación pasiva de lucha por la vida que podría llegar a suponer un parasitismo social”.
Pero el mismo Tribunal Supremo acumula este año varias sentencias sobre la obligación del progenitor de seguir pagando una pensión a hijos mayores de edad. Así, el pasado 12 de julio obligó a un padre a volver a pagar a su hija una pensión alimentaria porque, pese a tener 27 años y una titulación profesional (maestra de educación especial), carecía de trabajo e ingresos suficientes para ser independiente. Otra sentencia del pasado enero recordaba la obligatoriedad de pagar esa pensión cuando la situación de dependencia “no es imputable” al hijo. Por ejemplo, cuando no encuentra trabajo porque la crisis ha disparado el paro.
Estos son los argumentos de los jueces que han prolongado esas pensiones más allá de la mayoría de edad.
Penoso mercado laboral” y pensión hasta los 31. Ángel (nombre falso) pidió en el juzgado de Arcos de la Frontera (Cádiz) dejar de pagar una pensión de 500 euros al mes a Elena (nombre falso), la hija de su primer matrimonio, que ahora tiene 29 años. Ángel, que hoy tiene tres hijos menores fruto de otra relación, “aguantó pagando hasta el pasado enero”, señala su abogado, Fernando Osuna. “Es decir, abonó la pensión durante 21 años desde que se divorció. Pero hoy entiende que ese dinero no ayuda a que su hija termine la carrera [psicología] y encuentre un trabajo, sino todo lo contrario. Es un incentivo para que sea una zángana”.
La justicia no le ha dado la razón. El juez admite “la indudable tardanza” de Elena a la hora de terminar la carrera y recuerda que la mujer “no ha probado circunstancias extraordinarias que justificaran ese evidente retraso”. Añade, además, que el “desinterés por completar la formación es un factor de primer orden” a la hora de analizar si procede la supresión de la pensión alimentaria. Pero a continuación el juez argumenta que hoy en día es normal que una persona de 29 años no sea independiente económicamente. “La incorporación de los jóvenes al mercado laboral en la época actual es extraordinariamente penosa y las actuales circunstancias socioeconómicas, especialmente en el ámbito de este partido judicial [la tasa de paro en Cádiz es la más alta de España, el 41,26%] convierten en casi imposible para un joven menor de 30 años la búsqueda de un empleo que resulte suficiente para subvenir a sus necesidades”.
El juez recuerda que el padre de Elena tiene varios coches, entre ellos un BMW, “que apuntan a cierto desahogo patrimonial” y rechaza que alegue la existencia de otras hijas menores para dejar de pagar la pensión a la primera: “Optó por conducir su vida de esa manera (...) y todos los hijos tienen el mismo derecho de alimentos en relación con su progenitor”.
Ángel va a recurrir la sentencia que le obliga a pagar 500 euros al mes a su hija dos años más, es decir, hasta los 31.
400 euros de pensión, 30 años. La Audiencia Provincial de A Coruña obligó el pasado julio a Amador (nombre falso) a pagar una pensión de 400 euros al mes a su hija Clara, de 30 años, a la que no veía desde 1990, cuando falleció su mujer. Clara, que tenía entonces siete años, se fue a vivir con el abuelo materno. Al morir su abuelo y dejar de cobrar ella la pensión de orfandad por su madre, Clara demandó a su padre en 2005 solicitándole una pensión alimentaria. “El juzgado le condenó a pasarle 500 euros al mes, pero él se negó y hubo que embargarle la cuenta”, recuerda su abogada, Rosalía Bello. El pasado 20 de febrero, Amador demandó a su hija para dejar de pagarle argumentando que ya había cumplido 30 años, que había terminado sus estudios universitarios y que, en cualquier caso, no tenía relación con ella y no veía justo “tener que pagar unos alimentos por el mero hecho de ser familiar”.
Pero la Audiencia Provincial dio la razón a la hija argumentando que, pese haberlo intentado —presentó 20 contratos laborales de los que solo tres superaban el mes de duración—, Clara “no tiene una posibilidad concreta de encontrar un trabajo que le permita una independencia económica”. El padre había apoyado su recurso en la sentencia del Supremo del año 2001 que alertaba del peligro de “parasitismo social”.
La Audiencia Provincial respondió que esa misma sentencia del alto tribunal recuerda que el artículo 3.1 del Código Civil establece que las normas deben aplicarse “atendiendo a la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas” y que la situación de 2001 era de “pujanza económica” mientras que ahora una “profunda crisis” ha provocado altas tasas de paro. “Un título universitario no es garantía de encontrar trabajo”, dice la sentencia, y hoy, tener 30 años y estar sin empleo “no puede considerarse parasitismo social”. “Por desgracia”, añade el tribunal, “son conocidos los casos de matrimonios jóvenes con hijos pequeños que se ven obligados a recogerse en casa de sus ancestros, a su costa, por hallarse en desempleo, o jóvenes independizados que ahora vuelven a casa de sus padres porque no pueden pagar el alquiler”.
La Audiencia provincial condenó al padre a pagar una pensión de 400 euros al mes a su hija y sin límite de tiempo. “Mientras no encuentre un trabajo, precisará alimentos”. Hoy Clara tiene 31 años, está en paro y cobra esa pensión.
El desconcierto de un ecuatoriano. El pasado 26 de septiembre, Enrique (nombre falso) se llevó una buena sorpresa al perder la demanda que le había puesto su exmujer por no pagarle la pensión alimentaria a sus hijos, de 18 y 20 años. “Él es ecuatoriano y le costaba mucho entender que tuviera que mantener a los chicos mayores de edad porque decía que él, con 14 o 15 años, ya se estaba buscando la vida y le parecía muy raro que en España, con esa edad siguieran siendo dependientes económicamente”, recuerda una de las abogadas del caso, Margarita Pastor. El juez estableció en 450 euros (225 para cada uno) la pensión que debía pasarles.
Dislexia o desinterés. En noviembre de 2010 el juzgado de primera instancia 71 de Madrid condenó a un padre a pagarle a su hijo de 24 años una pensión alimentaria de 850 euros al mes. Pedro (nombre ficticio) estudiaba cuarto de Ciencias de la Actividad Física y segundo de Fisioterapia. Su madre alegó que Pedro necesitaba esa ayuda porque la dislexia que padecía le había retrasado en sus estudios. El padre aseguró que ese retraso “no se debe a una pretendida dislexia sino a una falta de aplicación y desinterés”. Padre e hijo presentaron sendos informes periciales, el primero, de un especialista que explicó que se le había detectado la dislexia a los siete años y que tenía dificultades “narrativas de comprensión”. El informe pericial presentado por el demandado argumentaba que ser disléxico “no es incompatible con ser inteligente”. El juez concluyó, en cualquier caso, que no era “desproporcionado” seguir estudiando una doble titulación a los 24 años y que además, el padre, ginecólogo y propietario de una consulta privada, tenía medios suficientes para seguir pagándole esa pensión a su hijo.

lunes, 20 de octubre de 2014

El Pais

El excónyuge que entra en prisión debe pagar la pensión de alimentos

El Tribunal Supremo dictamina que la obligación no se extingue por entrar en la cárcel

Aunque haya dejado de tener ingresos, el progenitor deberá responder con su patrimonio


La obligación de pagar la pensión por alimentos a los hijos menores de edad no se extingue para el progenitor que ingresa en prisión. Aunque este deje de tener ingresos, deberá responder con su patrimonio. Así lo ha informado este lunes el Tribunal Supremo. La única excepción se dará si el progenitor logra demostrar que carece de medios económicos para ello, según la sentencia del pasado 14 de octubre.
El caso que ha dado origen a este fallo nació cuando un padre, que había ingresado en prisión por un delito de violencia de género, solicitó en la demanda de divorcio la suspensión de esta medida durante los casi cuatro años que pasó en la cárcel (de abril de 2008 a febrero de 2012). El alto tribunal ha señalado, sin embargo, que "ningún alimento se puede suspender por el simple hecho de haber ingresado en prisión el progenitor alimentante, gravando a la madre con la obligación de soportarlos en exclusiva".
Aunque el juzgado había denegado inicialmente su solicitud, la Audiencia Provincial de Jaén revocó parcialmente la sentencia de divorcio y accedió a la petición, dejando en suspenso el pago de la pensión 300 euros mensuales por los dos hijos menores durante la estancia del progenitor en el centro penitenciario.
Su exmujer presentó un recurso de casación y ahora el Supremo ha resuelto el pleito a favor de la madre, a través de una doctrina que obliga al progenitor a seguir pagando los alimentos aunque esté en prisión, siempre que no demuestre que carece de recursos para ello.
La sentencia de la Sala de lo Civil del Supremo, de la que ha sido ponente el magistrado José Antonio Seijas Quintana señala que la obligación que se presta a los hijos no está a expensas únicamente de los ingresos, sino también de los medios o recursos de uno de los cónyuges o de "las circunstancias económicas y necesidades de los hijos en cada momento", según el artículo 93 del Código Civil.
De este modo, no es necesaria una liquidez de dinero inmediata para hacer frente al pago, sino que es posible responder con el patrimonio personal siempre que la fortuna no se hubiese reducido hasta el punto de no poder satisfacerlos sin desatender sus necesidades y las de su familia. La nueva jurisprudencia unifica las doctrinas entre diferentes audiencias provinciales, que habían venido fallando en sentidos contradictorios sobre este tipo de casos.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Faro de Vigo

Condenan a un padre gallego a mantener a su hija de 30 años sin empleo estable

La ley establece que hay que pagar pensión de alimentos mientras los hijos no logren independencia económica


El artículo 152 del Código Civil establece que la pensión de alimentos debe darse hasta que el hijo tenga cierta estabilidad económica, pero expertos en derecho de familia consultados sostienen que hay matices y que no siempre se aplica a rajatabla. Esta normativa no da vía libre a los hijos para poder vivir a costa de sus padres durante décadas ya que los jueces analizan cada caso y el derecho a cobrar esta pensión se quita por vía judicial cuando se demuestra que el hijo "no mantiene una búsqueda activa de trabajo o tarda diez años en acabar la carrera, por ejemplo", indica un abogado gallego especializado en esta materia.
"Debe analizarse cada caso para ver si el hijo está realmente buscando trabajo o a qué se debe esta situación", sostiene este letrado, quien asegura que el caso de esta sentencia es "excepcional". "Lo habitual es que en jóvenes de 27 o 30 años, el juez deniegue el derecho a cobrar la pensión de alimentos alegando que hay cierta pereza por parte del hijo", indica.
La sentencia de la Audiencia Provincial de A Coruña hace referencia a esta posible interpretación para dejar claro que no se corresponde con el caso analizado y para ello compara la situación laboral que había en 2001 y 2013. "2001 era un año de pujanza económica, con una sociedad moderna y de oportunidades. Ahora estamos en una profunda crisis económica y por ello que una persona de 30 años haya culminado sus estudios y no pueda encontrar un trabajo no puede considerarse como parasitismo social", indica la sentencia. El fallo del tribunal recuerda también la actual situación en la que "jóvenes que se habían independizado tienen que volver a casa de sus padres (...) o jubilados tienen que acoger a sus hijos y nietos (...)".

ABC

¿Tiene sentido volver con tu ex?

Debemos meditar la decisión seriamente, y hacernos muchas preguntas en alto antes de volver a intentarlo

Agua pasada... ¿si mueve molino? Depende. Después de una ruptura, puede volver a surgir con fuerza el deseo de volver con aquella persona con la que en su día tantas cosas compartimos. Pero muchísimo cuidado. Según los expertos, debemos meditar la decisión seriamente, y hacernos muchas preguntas en alto antes de volver a intentarlo. «Conviene recordar que la palabra "pareja" viene de "par", y que la decisión debe ser deseada del mismo modo y con la misma fuerza por los dos», apunta Mila Cahue, psicóloga del área de pareja de Álava Reyes Consultores, antigua asesora del portal Meetic-Match y autora de numerosos libros relacionados con la pareja, entre los que destaca el último, Amor del Bueno (JdeJ editores). Lo importante, prosigue esta experta, «es no volver a equivocarse por segunda vez por confudir la comodidad de que nos conozcan bien con el amor verdadero, o porque es muy cansino conocer a gente nueva todos los días, por ejemplo».
O porque pensamos que el otro va a cambiar. Así lo explica la psicóloga Silvia Congost, autora de «Cuando amar demasiado es depender» (Oniro): «Creer que el otro va a cambiar aquello que no nos gusta es volver de la peor manera posible. Si retomamos el contacto con esa persona, tiene que ser precisamente porque nos gusta cómo es, con sus virtudes y sus defectos, pero teniendo claro que aquello que no nos gusta y que para nosotros es importante puede acabar otra vez con el equilibrio de la relación». «No podemos volver a machacar a nuestra pareja para que cambie o sea de un determinado modo, o haga las cosas de esa otra manera que a ti te parece que es mejor», recuerda Congost. «Si tiene partes importantes que no me gustaban antes, debo seguir mi caminohasta que encuentre a la persona adecuada para mí», añade.
Tampoco conviene pensar que podemos recuperar a las personas que pasaron por nuestra vida con éxito y rapidez. Debemos tener en cuenta, recuerda Cahue, «que quizá uno de los integrantes de la pareja haya sufrido y se encuentre todavía dolido, que haya rehecho su vida o que, sencillamente, no esté interesado en continuar con nosotros. Debemos contemplarlo todo».
Así que, si está pensando en volver con su expareja, considere las pautas propuestas por Cahue a continuación:
1. Deje de verse un tiempo. Por regla general, lo mejor es no verse y no agobiar al hombre o a la mujer con la que en su día compartimos una historia de amor. «Si se suceden los encuentros, la persona que se ha quedado "enganchada" puede sufrir y no recuperarse nunca», explica esta psicóloga. Además, prosigue, «siempre hay uno que quiere quedar "como amigos", algo que el que no ha sufrido puede hacer desde el día siguiente de cortar pero para el que todavía tiene sentimientos hacia el otro resulta imposible. Todavía tiene que asumir la ruptura, recolocarse...»
2. Madure lo que ha vivido. ¿Recuperar a la pareja con los mismos errores? o, por el contrario, ¿recuperar al otro con los cambios que necesitaba esa relación? Esa segunda oportunidad con la misma persona tiene que conllevar nuevos comportamientos. «Si le dejaron por tener mal carácter, por ejemplo, tendrá que trabajar mucho en ello antes de dar este paso», recomienda Cahue.
3. Haga un tanteo prudente para saber en qué momento se encuentra su expareja. «Mucha gente llega a consulta diciendo "es que me he dado cuenta de que es la persona de mi vida", pero no se ha planteado si él sigue siendo la persona de la vida del otro», comenta esta especialista. A su juicio, si alguien quiere volver, debe hacer un tanteo prudente para saber dónde se encuentra el otro, si está recuperado emocionalmente, si está con otra persona... «Y si existe la más mínima sospecha de que la expareja sigue sufriendo, y la amamos de verdad, lo mejor sería dar un paso atrás. Si le puedo dar lo que necesita bien, pero hacer daño no tiene nada que ver con el verdadero amor», recalca.
4. Cuidado con entrar en un bucle de 8 años. Hay parejas que lo dejan, lo cogen, lo dejan, lo cogen... y entran en una dinámica agotadora y devastadora. «Esto sucede porque uno de los dos quiere permanecer siempre en las primeras fases del enamoramiento, pero así nunca llega a entrar en las nuevas fases del amor», afirma esta experta.
5. Si su ex ha rehecho su vida, evite el gran error de creer que todavía tiene derechos sobre él o ella. «Muchas veces la expareja piensa que tiene derecho a entrar y salir de la vida de su antigua pareja, y a reclamar espacios que ahora corresponden a la nueva persona que ocupa su vida. Aunque se hayan compartido muchos años de relación, eso no da permiso a entrar en el territorio del otro. Ahora toca un "saber estar"», aconseja Cahue.
6. Redefina muy bien la nueva relación. Si finalmente se retoma la relación, hablen de todo lo que falló y establezcan unas nuevas bases. «Uno no vuelve con su ex pareja a lo mismo, vuelve a formar cosas buenas y mejores», concluye esta psicóloga.

lunes, 21 de julio de 2014

ABC

Padres separados, ¿cómo afrontar las vacaciones?


A veces, las expectativas de estar en verano con los hijos en solitario da vértigo tras un divorcio

Las vacaciones son por excelencia el tiempo de disfrutar juntos toda la familia. Sin embargo, no se puede olvidar que cada vez existe un mayor número de padres separados y que en estas fechas se reparten a sus hijos. Una situación que, a buen seguro, será utilizada por los hijos para intentar sacar el máximo partido de sus padres.
Saber reaccionar y no desesperar ante los contratiempos o reacciones inesperadas de los hijos a veces no resulta fácil, sobre todo cuando los progenitores esperaban con ansia el momento de disfrutar de los hijos, después de su separación o divorcio.
Según Cristina García Desplat, psicóloga, asesora familiar, miembro del equipo de www.psiocatorientacio.org y colaboradora de Superpadres.com, gran parte del éxito de las vacaciones va a depender de cómo las afrontemos psicológicamente. «Pensar que vemos poco a nuestros hijos y que hay que aprovechar al máximo puede ser una presión añadida, especialmente cuando no se tiene la custodia».
Para que este tiempo en familia sea los más porvechoso y positivo posible, esta psicóloga recomienda tres situaciones que hay que evitar:
1. Grandes expectativas: No te obligues a disfrutar, ni reproches a tus hijos que no disfrutan lo suficiente. Acepta las cosas como vengan y olvídate de las grandes expectativas. Porque siempre sale algo mal. Puede llover, los transportes se retrasan, los niños se pelean, dicen que se aburren o se pasan el día llorando. Es normal y también pasaría si los padres no estuvieran separados. No tiene sentido reprocharles que no disfrutan lo suficiente y menos echarles en cara lo mucho que te ha costado o lo duro que has trabajado para conseguir pasar unos días fuera en un bonito lugar.
2. Exceso de mimos: Es habitual compensar nuestras inseguridades colmando al niño con todos sus caprichos o consintiendo comportamientos tiránicos para que pase unas «felices» vacaciones. Lo sano sería ayudarle a comprender y aceptar que hay un orden en las cosas y ese orden no lo deciden los hijos, aunque se pueden tener en cuenta sus opiniones si las expresan con corrección. Una buena receta podría ser: amabilidad, respeto y mucho cariño, pero siempre con firmeza. No ceder ante las pataletas y tener mucha paciencia para no responder con gritos a sus gritos.
3. Evitar meter al niño en nuestras guerras: Cuando el otro progenitor no quiere o no puede cumplir los planes pactados para las vacaciones debemos tener presente que para los hijos es importante no sentirse rechazado, ni abandonado. Nuestra posición ha de ser la de ayudar a aceptar, comprender y perdonar, para que el niño pueda superar la frustración. Echar leña al fuego nos daña a todos.

Reacciones inesperadas

Por último, es importante tener previsto que durante las vacaciones pueden surgir algunas reacciones que no esperábamos en nuestros hijos:
· Retrocesos: Con los cambios de rutinas pueden reaparecer problemas que parecían ya superados, como eneuresis, lloros o miedos. Ante estos pequeños retrocesos debemos ser comprensivos y tener paciencia. No hay porqué alarmarse, es normal.
Simplemente acompañar al niño y tratar de neutralizar los sentimientos de culpa o vergüenza que pudieran aparecer.
· Rebeldía: Ahora que llega el reencuentro de las vacaciones tan anhelado por los padres resulta que a los hijos no les gusta nada de lo que se propone; solo buscan defectos a las decisiones de los adultos y a la que pueden desobedecen o sabotean los planes.
Si encuentras esta actitud plantéate que posiblemente están dolidos. Es habitual, y hasta cierto punto normal, que sientan que los adultos han decidido romper la familia y «destrozarles su mundo» por lo que se rebelan con toda su energía contra uno de los progenitores, los dos, o el mundo entero.
Necesitan expresar su impotencia y su enfado. Hasta que, poco a poco, vayan asumiendo que en la vida a todos nos ocurren muchas cosas que nos cuesta entender y no podemos cambiarlas.
Lo único que podemos hacer es adaptarnos nosotros para sentirnos mejor. Puede ser bueno intentar comprender cómo se sienten y evitar la represión severa. Eso solo aumentaría la distancia y el resentimiento. Se puede ser cariñoso, firme y flexible al mismo tiempo. Aunque la flexibilidad no debe ser arbitraria, ni una rendición, sino un camino para comprenderse y mejorar.

lunes, 7 de julio de 2014

ABC

Consejos para que tus suegros no te amarguen las vacaciones


Decálogo de la psicóloga de pareja Mila Cahue para convivir en armonía con la familia política

En más de una familia las vacaciones no son motivo de armonía ni de un descanso en paz. La convivencia con la familia extensa (suegras, cuñados...) da pie a muchas tensiones, suspicacias, obligaciones... que se pueden convertir en una auténtica tortura. Incluso, que llegan a dar lugar a deteriorar la relación de pareja, sobre todo si no está pasando por su mejor momento. Por este motivo, Mila Cahue, psicóloga de pareja del Centro de Psicología Álava-Reyes y autora del libro «Amor del bueno», ofrece un decálogo de consejos para que la convivencia con el resto de la familia no le amargen las vacaciones:

En casa de los padres o de los hijos

Tanto unos como otros deben respetar las normas de la casa en la que se encuentren. Es decir, «si son los hijos los que están en casa de los padres, deben respetar sus normas y su estilo de vivir. Si no les gusta, lo más adecuado será ir a otro sitio», recomienda Cahue. Si por el contrario, son los padres quienes están en casa de los hijos, deben entender que las normas de la casa son las que han establecido los hijos.
El respeto es la prioridad máxima para que la convivencia durante estos días resulte de buen grado. Por eso, Cahue explica que «los padres deben dejar un espacio de intimidad a los hijos y estos tendrán que aceptar la forma de vivir de sus padres».
En ambos casos también prima la hospitalidad. Dice la psicóloga que «cuando tenemos gente con nosotros, procuramos variar un poco nuestros hábitos para agradar a los invitados y que éstos se sientan a gusto. Incluso cuando existe muy buena relación hay que tener claro en casa de quién se está, qué lugar le corresponde a cada uno en cada contexto y quién tiene la última palabra en momentos determinados».

Decálogo para la convivencia de Mila Cahue

1. La familia primera es la que uno crea, no de la que uno procede. Con esto en mente, podemos empezar a organizar y a recolocar al resto de la familia y de los elementos que componen las vacaciones.
2. No esperar al primer día de vacaciones o a estar todos juntos para decidir o tener claro qué se va a hacer. Se aconseja comenzar a hablar con la pareja al menos una o dos semanas antes de la manera más objetiva y descriptiva posible sobre cuáles son los contextos en los que va a estar, lo que les apetece hacer a ellos como pareja o con sus hijos, lo que probablemente crean o sepan que van a ser los planes de sus padres o cuñados, y además, de la familia política, y decidir cuáles son los más adecuados para este año.
3. De la misma manera, no esperar al primer o segundo día de las vacaciones para informar a las respectivas familias de cuáles son los planes acordados por la pareja para este año. Al menos una semana antes, es conveniente empezar a hablar con las familias respectivas sobre los planes acordados previamente en pareja. Si hay que hacer alguna modificación acordada, todavía estamos a tiempo. Es posible que uno prefiera callarse hasta el último momento para evitar conflictos. Simplemente hay que tener en cuenta que si a la familia pudiera molestarle algo en ese momento, sin duda el enfado será menor que cuando les estemos rompiendo directamente los planes el mismo día de tener que hacerlos. A mayor nivel de enfado, menor será la capacidad para resistirse y ceder.
4. Dentro de la planificación de visitas a distintas casas, es importante que haya momentos exclusivos de la pareja y/o de la familia que hayan creado. No dejar pasar las vacaciones sin haber tenido momentos únicamente para los dos. Ni hijos, ni familias políticas.
5. Si con algún miembro de alguna de las familias existieran conflictos importantes, pero no se quiere hacer un feo, acortar todo lo posible la estancia. A veces un café o una merienda pueden ser suficientes. Las dificultades pequeñas se toleran y se lidian mejor.
6. Si uno de los miembros de la pareja quisiera pasar más rato con su familia y el otro no, hay que resolverlo también de antemano para que así puedan los dos organizarse mejor ese tiempo, especialmente el que no va a acudir. Es importante cerrar con alguna actividad juntos (ir a recoger al otro, cenar, dar un paseo) para que perdure la sensación de que, aunque se haya podido estar separados, se trata de algo consensuado por ambos.
7. Acordar con la pareja qué es lo que van a hacer los dos en caso de que se dé alguna situación conflictiva por algo o con alguien en particular (y que ya se puede prever, pues suele ser lo habitual en las reuniones familiares). Cambiar de temas de conversación o levantarse sin agresividad y cambiar de sitio (pero tienen que estar los dos actuando al unísono). Estas situaciones conflictivas también son momentos magníficos de complicidad para la pareja.
8. No tomar decisiones unilaterales en situaciones imprevistas, ya que son letales para la relación. Darse un tiempo aparte (aunque sea en el baño) y acordar el nuevo posicionamiento.
9. Controlar lo que uno está pensando o interpretando en cada momento y, como consecuencia, lo que dice y lo que hace. Si se puede relativizar o minimizar, mejor. Distraerse todo lo posible fijándose en las partes agradables de cada situación y pensar que «ya se pasará», pero con la sensación de que se cuenta con el apoyo recíproco de la pareja.
10. No olvidar reforzarse mutuamente tras la «prueba superada». Si todo ha salido bien, o lo menos mal posible, y además la planificación ha sido adecuada o se ha sabido corregir a tiempo, es importante que la pareja se dé una pequeña alegría que refuerce aún más sus vínculos.

jueves, 26 de junio de 2014

ABC


Claves para revitalizar la pareja tras la llegada de los hijos


La mayoría de las parejas no son conscientes de esos cambios hasta que comienzan los problemas


Chico conoce chica. Se caen bien, intercambios de teléfono, cenas románticas, un viaje inesperado, flores en el trabajo, promesas de amor eterno. De repente se dan cuenta de que están hechos el uno para el otro y, pasado un tiempo prudencial, deciden iniciar una vida en común, un proyecto vital juntos: casarse y tener hijos. Todo fluye a la perfección y están convencidos de que así será. Se casan, hacen ese viaje de novios de ensueño y se preguntan cómo es posible que la gente diga que el matrimonio trae ajustes complicados. En unos meses el predictor dice sí y todo sigue igual de bien. Y, de repente, llega el bebé deseado, amado, buscado y querido y sin que apenas ellos mismos se den cuenta, algo empieza a cambiar en la relación. La mayoría de las parejas no son conscientes de esos cambios hasta que comienzan los problemas. Es importante preveer y saber qué hacer. La llegada de un hijo cambia mucho las cosas.
Olga Carmona es psicóloga clínica, co-fundadora de psicología Ceibe junto a Alejandro Bustos. Ambos ayudan a parejas a recuperar lo que se ha perdido. Muchas veces, con la llegada de los hijos. Pero, ¿por qué cambian tanto las cosas cuando nos convertimos en padres? ¿Cuáles son los ajustes que hay que hacer en la pareja? Olga es contundente y no duda ni un instante: «¡Todos! A nivel emocional, psicológico, físico, logístico. Cambia la estructura del sistema que hasta ahora estaba formado por dos adultos con un montón de ajustes ya realizados, a ser tres, siendo uno de los vértices del triángulo un ser absolutamente dependiente y vulnerable». Y no sólo eso, es que además —añade— Cambia nuestra percepción del mundo, nuestras prioridades, aparecen temores desconocidos, conflictos, inseguridades… es necesario reajustarlo todo”
Carmona está convencida de que «una pareja es un sistema que tiene su propio equilibrio, aquél que necesita y cubre sus necesidades afectivas, que para cada pareja son distintas. Cuando llega un hijo, el binomio salta por los aires para convertirse en un triángulo al servicio de las necesidades de un tercero que exige mucha energía en términos de afectividad y presencia. La pareja desplaza la mirada hacia alguien que ya no es el otro, o al menos ya no es en la misma proporción que era».
—¿Por qué muchas parejas sufren una grave crisis con la llegada del primer hijo?
—Tantos años en consulta y la propia experiencia personal hacen que la psicóloga no dude al afirmar que esto sucede “porque somos tremendamente resistentes al cambio. Nos sentimos seguros en la inercia, en lo conocido, y la llegada de un hijo es posiblemente uno de los mayores cambios vitales en la vida de un ser humano.
—¿Qué le pasa a la mujer?
—En cualquier caso, como hombres y mujeres no somos iguales, la llegada de los hijos se ve y padece de forma diferente. La psicóloga explica que: en el caso de las mujeres, el cambio va desde lo físico y bioquímico hasta nuestro mundo emocional, que se siente asaltado por la que creo que es la más intensa forma de amar posible. Nos ponemos en cuerpo y alma al servicio de las necesidades de toda índole de un ser que percibimos, y es, absolutamente vulnerable. Este terremoto vital, sumado al cansancio físico y en muchos casos la sensación de desbordamiento psíquico, hacen que nos desconectemos temporalmente del mundo. Y en el mundo exterior, también está nuestra pareja”
—¿Y qué pasa con los hombres?
—Para los hombres es también un cambio brusco y muchas veces desconcertante. Se pueden llegar a sentir agotados, también desbordados, algunas veces desplazados por esa fusión que se produce entre madre e hijo. También tienen que reaprenderse en un rol que hasta ahora les era desconocido.
—¿Qué se puede hacer para evitar la rutina, caer en el olvido de la pareja?
—Es importante para la pareja reconectar, no desconectar. Reconectarse, volver a mirar al otro, buscar espacios que favorezcan y faciliten volver a la emoción que dio origen a los hijos. Alejarse de la exigente rutina, hacer un paréntesis donde volvamos a ser los protagonistas, tomar perspectiva, fortalecer el vínculo. Es tan fácil como frecuente que las imprescindibles demandas de los hijos nos arrastren hasta casi olvidarnos de que también somos hombres y mujeres, no exclusivamente padres. Y que esto no sólo no es incompatible sino esencial. Nuestros hijos necesitan padres sólidos que puedan ofrecer un referente de pareja del que ellos aprenderán. Y ¡claro! a veces no fluye sólo, hay que esforzarse en buscar estos espacios y requieren de una planificación que antes de los hijos era mucho más sencilla. Pero insisto, imprescindible.
Para lograr esto tan necesario en una pareja existen hoteles donde no se admiten niños por una razón muy sencilla: Si uno quiere reconectar con su pareja, algo tan importante para revitalizar el matrimonio y, por ende, la familia, y acude sin niños, si se encuentra con otros niños puede que el objetivo no se cumpla, generándose pensamientos de sentimiento de culpa, pensar en los hijos más que en ese fin de semana que como pareja se están regalando…

martes, 17 de junio de 2014

ABC

Estas son las etapas de la pareja con mayor riesgo de separación

Una relación comienza cargada de buenos propósitos, sin embargo hay periodos más sensibles al distanciamiento y ruptura. ¿Quieres saber cuáles son?

La ilusión de tener al lado a alguien que te trasmite cariño, amor, y que te comprende lleva a muchas parejas a tomar la decisión de compartir sus vidas y casarse con la convicción de que será para siempre. Este compromiso da paso a momentos de gran complicidad y de vivencias que resultan maravillosas por el deseo de compartir juntos su tiempo.
Sin embargo, lo que en principio puede parecer un cuento de hadas, no siempre es así. Tanto la realidad del día a día, que cada vez puede resultar más estresante, como la vida en pareja lleva consigo multitud de situaciones que pueden poner en riesgo la estabilidad de la pareja. Hay que saber cómo hacerles frente para superarlas, pero sobre todo pensar que juntos se pueden superar. Pero, ¿cuáles son esas etapas más conflictivas en la relación?
La primera de ellas es el inicio de la convivencia. «Éste es un momento de adaptación en el que realmente empiezas a conocer de verdad al otro pues ya no solo presenta su mejor cara, sino que también le vemos cuando está enfermo, de mal humor, recién levantado… y muestra sus manías y hábitos —explica Cayetana Hurtado de Mendoza, coordinadora Escuela de Parejas de la Fundación Educativa Universidad de Padres—. Comenzar a vivir juntos supondrá, además, que ambos tendrán que negociar para llegar a acuerdos en las tareas de la casa, temas económicos… lo que puede dar lugar a algún que otro roce hasta que los límites y normas queden bien establecidos».

La llegada del primer hijo

Pasado este primer momento llega un periodo de mayor tranquilidad hasta la llegada del primer hijo. Se trata de un momento, por lo general, muy esperado por la pareja, pero no se puede obviar, que también es una fuente importante de estrés puesto que la responsabilidad de cuidar a un bebé conlleva muchas dudas y miedos. La pareja tendrá que adaptarse a ese nuevo ser que formará parte de la familia y que requerirá de toda la atención de sus padres. «En este momento —añade la coordinadora de la Escuela de Parejas — cambian los horarios, se duerme menos, hay menos espacios dedicados a la pareja y a los momentos de intimidad, lo que puede hacer que surjan, en ocasiones, emociones negativas en alguno de los padres de sentirse en un segundo plano, sobre todo cuando alguno de ellos se vuelca en el cuidado del niño. Es una etapa en la que se genera un contexto propicio para que aparezcan fricciones, pues ambos están cansados y estresados y hay poco espacio para los dos. Ahora gira todo en torno al bebé».

Estancamiento

Otra de las situaciones que pueden llegar a provocar una crisis en la pareja es que vivan un periodo de estancamiento mantenido en el tiempo. Es habitual que ocurra cuando llevan años en pareja y no han dado pasos en común, ya sea casarse, tener hijos, cambio de casa… «Uno de los aspectos que mantiene a flote una pareja y que mayor satisfacción proporciona es desarrollar proyectos en común que generan sentimientos de crecimiento y de avanzar juntos», explica Cayetana Hurtado de Mendoza..

Desgaste por circustancias personales

En otras ocasiones no se produce este estancamiento mantenido en el tiempo, pero sí unas circunstancias de convivencia en la pareja que provocarían momentos difíciles. Como en el caso de que la pareja construya su vida en un contexto en el que reina la rutina, no hay casi tiempo de calidad en la pareja y ambos se centran en sus trabajos u obligaciones dejando en un segundo plano a la pareja y llevándola a un estado de desgaste y desilusión que acabará por generar problemas de más gravedad.

Contratiempos en la salud o el trabajo

La especialista en parejas, añade que puede ocurrir también que alguno de los miembros del matrimonio padezca algún problema físico o enfermedad mental. «En esta circunstancia ambos sufren mucho y puede llegar a suponer momentos de mucha frustración y desequilibrio, pues será uno de ellos el que asuma las riendas y tire de la pareja mientras que el otro se recupera».
Algo similar sucede cuando alguno de los dos se queda sin empleo y empiezan a aparecer problemas de dinero y el otro compensa esa responsabilidad económica. En este caso, el que se queda sin trabajo comienza a sentirse menos útil y pueden surgir sentimientos negativos respecto a su persona y al papel que juega en la pareja y acabar afectando a la relación. Y, por otra parte, el que trabaja más se siente sobrecargado.

Cuando los hijos se van de casa

Otro momento crítico surge cuando los niños se hacen adultos y se van de casa, pero llega lo que se conoce como el síndrome del nido vacío. Esta nueva situación puede suponer un problema cuando la pareja se ha centrado en el cuidado de los hijos. «Ahora cuando se ven los dos solos, sin ese punto de unión, tienen que volver a reinventarse y construir nuevos lazos —explica Cayetana Hurtado de Mendoza—. Algo parecido sucede cuando llega la jubilación y ambos pasan más tiempo en casa».
«En muchas ocasiones se encuentran como dos desconocidos que llevan toda la vida viviendo juntos pero que ahora no saben de qué hablar o cómo compartir su tiempo. Esos huecos que antes dedicaban al trabajo ahora han quedado libres y sienten un vacío que tendrán que volver a llenar y aprender a compartir con su pareja».

Un hecho traumático

Otra de las circunstancias más difíciles por las que puede pasar una pareja es afrontar un hecho traumático como la muerte de un familiar o la enfermedad de un hijo. Algunas parejas se unen y establecen unos lazos más fuertes. Sin embargo en otras ocasiones conlleva la separación debido a que cada uno se encierra en sí mismo, lo que supone un distanciamiento. Relacionado con ello estarían las cargas familiares de alguno de los miembros de la pareja que pueden provocar una sobrecarga e interferir en la dinámica de la relación.
Los engaños, infidelidades o mentiras vulneran uno de los pilares más importantes en los que se sustenta una pareja: la confianza. Si ésta falla se producirá una espiral de inseguridad y demandas constantes que provocarán un distanciamiento mayor.

Los cambios evolutivos

Por otra parte, concluye la especialista en parejas, «no podemos olvidarnos de los cambios evolutivos que en cada uno se sucederán —la menopausia o andropausia, cambios corporales después de los embarazos, dificultades físicas, vejez…—. A todos ellos deberán enfrentarse tanto personalmente como en pareja pues estos cambios repercutirán en el estado de ánimo y en la autoestima de la persona y, por tanto, en el modo de relacionarse con el otro también».

martes, 20 de mayo de 2014

ABC

 

¿Quién se queda la vivienda en caso de divorcio?


Las rupturas matrimoniales son procesos largos con muchas derivadas económicas

Los divorcios nunca son plato de gusto. Además de las consecuencias personales y sentimentales, el hecho de comenzar una nueva vida lejos de la otra persona lleva implícitas multitud de consecuencias económicas que pueden desencarrilar más de una cuenta corriente. Estos son los aspectos que debes tener en cuenta.
En primer lugar, el proceso requiere tiempo. En el mejor de los casos, si hay acuerdo entre los cónyuges, pueden pasar de tres a seis meses desde que se ponen en marcha todos los trámites con un abogado hasta que sale la sentencia de divorcio. Como hay consenso, se supone que la pareja ya ha tomado una decisión sobre la custodia de los hijos y sobre el uso de la vivienda. Este último aspecto, quién se queda con el piso, suele ser uno de los más conflictivos. Según explica en una entrevista con Finanzas.com Ignasi Vives, abogado del bufete Sanahuja & Miranda, lo que prima en un primer momento es la voluntad entre las partes. Mientras haya acuerdo, las cosas pueden ir prácticamente rodadas.
Pero si el matrimonio no es capaz de ponerse de acuerdo, es cuando empiezan a llegar todos los problemas. En primer lugar, habrá que recurrir a la vía judicial para que sea un magistrado quién decida la persona que debe disfrutar de la vivienda.
¿Quién se queda el piso?
Para el supuesto de que existieran hijos menores de edad, el Código Civil indica que el uso del domicilio se deberá atribuir preferentemente "al progenitor a quien se le otorgue la guarda y custodia de los menores mientras que esta dure", según apunta Vives. Pero si no existen hijos, entonces "el juez puede dar el uso de la vivienda al cónyuge menos favorecido económicamente", recuerda este letrado. También se asignará la vivienda al cónyuge más necesitado en caso de que los hijos sean mayores de edad o se haya establecido una guardia y custodia compartida.

lunes, 14 de abril de 2014

El Pais

Cásate y no te arrepientas por el gasto

El coste medio de una boda de 100 invitados se sitúa en 16.534 euros, según datos de FUCI

El banquete y los trajes son dos de los elementos donde más dinero se va del presupuesto


Abigaid Fernández se le dan bien las manualidades y ha dibujado las invitaciones de su boda con un mapa indicativo que ha mandado en sobres de papel reciclado. Se casa el próximo junio en una finca privada, cedida por unos amigos, situada en un pueblo de Toledo. Una amiga ha realizado chapitas para repartir entre los 100 invitados que asistirán al enlace y su futuro marido ha encontrado los asientos perfectos para la ceremonia: unas alpacas cedidas por otros conocidos de la pareja. Quedan menos de dos meses para la cita y a Abigaid le quedan aún algunos detalles, como el vestido de novia o la contratación del catering. Por eso ha decidido acudir al taller Cómo organizar una boda diferente, organizado por Madrid Confidential, una página web llena de planes originales y citas secretas en Madrid, e impartido por Leo Bride. “Queremos transmitir la idea de que se puede preparar una boda de manera rápida y natural”, explican Ana y Andrea, fundadoras de esta empresa dedicada a la planificación de bodas.
Con la llegada del buen tiempo ha comenzado la temporada idónea para la celebración de bodas. A pesar de que el número de matrimonios ha bajado —en el primer trimestre de 2013 se celebraron un total de 70.996 enlaces, de los que un 2,4% correspondieron a parejas del mismo sexo (1.690), según el INE—, casarse es cada día más caro, por lo que conviene ajustar el presupuesto, algo para que los preparativos son la clave. La Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) calcula que el coste medio de una boda para 100 comensales oscila entre los 11.864 y los 21.205 euros, siendo la media de 16.534 euros. Esta cifra ha supuesto un incremento con respecto al año pasado ya que se calcula que el coste medio de una boda en 2013 era de 12.590 euros. “A pesar de que se produce un incremento sustancial, la crisis que está sufriendo el país hace que las parejas miren con lupa los precios, acogiéndose a cuantas deducciones y ofertas puedan ofrecerles", explica Gustavo Samayoa, presidente de FUCI.
El banquete, continúa Samayoa, sigue siendo la partida cuyo coste es más elevado. Y eso "pese a que la mayoría de los restaurantes han asumido la subida del IVA para evitar una pérdida de ingresos”, matiza. Según datos de la FUCI el precio medio del cubierto suele ser de unos 75-100 euros, así que para una boda de unos 100 invitados, la suma ascenderá variando en función del restaurante y menú elegido, entre 7.500 y 10.000 euros. A este gasto hay que añadirle la música y la barra libre, unos 790 euros de media, aunque muchos establecimientos hoteleros ofertan este servicio sin cargo adicional para conseguir resultar más atractivos, explican desde la federación de consumidores.
El otro gasto ineludible son los trajes de los contrayentes. Alquilar el chaqué es una de las alternativas más extendidas, pero cada vez cobra más fuerza buscar alternativas para ahorrar también en el vestido de la novia, una de los elementos más importantes en cualquier boda. Marta, psicóloga, se casó el pasado junio y su vestido de Rosa Clará le costó 2.400 euros. “Tras la boda no veía qué uso podría darle a mi traje de novia así que preferí venderlo y que otra persona pudiese utilizar una prenda tan bonita. Al principio fue una cuestión práctica, no tenía dónde meterlo ni quería que todo lo que me costó no tuviera una mejor salida...”, explica la novia. Anunció su vestido, rebajado hasta 1.200 euros, en Nuptialista, una página web dedicada exclusivamente a la compra y venta de vestidos de novia de segunda mano.
Esta práctica, más extendida en países como Japón y Estados Unidos, está creciendo también en España. “El 90% de los vestidos anunciados son de primeras marcas y están rebajados hasta un 65%. Nos preocupaba porque no queríamos caer en ser un mercadillo; puede que las novias no quieran comprarse un vestido de 3.000 euros, pero tampoco uno que tenga un corte chino”, explica Belén Caeiro, una de las fundadoras del proyecto, junto a Malú Ambrosio. La idea de montar este servicios les surgió de vuelta de Filipinas, cuando de camino a España en el transiberiano conocieron a una pareja que se acababa de casar, y ella lo hizo con un vestido de segunda mano comprado en eBay. “El concepto de guardarlo y que tu hija lo use algún día está desfasado. El vestido ha sido una gran inversión y cada vez se le ven más ventajas a venderlo, entre otras cosas, porque ocupa mucho espacio”, apunta Caeiro.
Marta, que consiguió vender su vestido en menos de dos meses, también buscó la manera de ahorrar en otros aspectos de la boda: “Contacté con la chica que se casaba en la misma iglesia por la tarde y compartimos el gasto de las flores para decorar la ceremonia. Para la fotografía, contamos con un amigo con experiencia en reportajes que se ocupó de cubrir todo el día. La verdad es que quedó muy cercano y nos encantó el resultado. Al preparar una boda te haces consciente del enorme gasto que supone y te solidarizas mucho con otras novias”, asegura esta psicóloga.
Ana y Andrea, las consejeras de Leo Bride recomiendan hacer un calendario para organizarlo todo con antelación de unos 12 meses —si se tiene el tiempo suficiente—. Aunque por experiencia propia también aconsejan tomarse un respiro en los preparativos y no echarse todo el peso encima de la organización. Por eso, animan a acudir a familia y amigos para la decoración y los detalles del día de la ceremonia. Además, y como ideas que ahorran, recomiendan montar una página web de la boda y hacer un correo electrónico conjunto para que los novios reciban los datos conjuntamente y estén coordinados.
“Los hábitos de consumo han cambiado y las nuevas tecnologías han ayudado. Antes las invitaciones eran por correo tradicional y con esto te ahorras el dinero del envío y también te aseguras recibir respuesta inmediata”, asegura Ignacio Pereira, fundador de Noskasamos.com. La iniciativa de este emprendedor se define como una plataforma de organización de bodas online, en la que los novios tienen un espacio privado donde gestionan los datos de sus invitados, qué necesidades tienen (sí van con hijos, si necesitan autobús para llegar a la ceremonia), se les envía una invitación digital con todos los datos, que también pueden consultar en la página web personalizada de la boda y se gestiona la lista de regalos, que a diferencia de otras plataformas, transfiere el 100% del dinero que recibe la pareja. “Los hábitos cambian y está de moda tener una página web de tu boda. La gente puede comentar, consultar donde está la iglesia, los hoteles cercanos. Las bodas, en definitiva, son un evento profesional para amateurs, así que toda la ayuda es poca”.

Otros consejos

  • Elaborar un presupuesto que limite los gastos acorde a las posibilidades económicas de cada pareja.
  • El 81% de las bodas se programan en verano y otoño, y en el 53% de los casos se celebran en hoteles, salones de bodas o restaurantes. Fuera de temporada, los lugares de celebración están prácticamente vacíos, por lo que es cuando se barajan mejores ofertas.
  • Otra opción que abarata aún más los costes es organizar una comida en vez de cena, ya que las ofertas diurnas suelen ser más asequibles.
  • Comparar precios y calidades, fijándose muy bien en la letra pequeña.
  • Dejar cerrado el precio final de cada producto y firmar un contrato que detalle las obligaciones de la empresa contratada.
  • Concretar los detalles del cubierto y la barra libre.
  • Reservar anticipadamente el viaje.
  • Guardar todos los documentos de compra.
  • Reclamar en caso de considerar que se han vulnerado sus derechos como consumidores.

miércoles, 26 de marzo de 2014

ABC

Cómo actuar si te separas y tenéis hijos en común

La estabilidad familiar de los pequeños cambia y esto siempre trae consecuencias

Desde que en 1982 se instauró el divorcio en España es una imagen habitual: padre con niños en fin de semana o madre con niños en la misma tesitura. Cuando los padres se separan pierden muchas cosas importantes en la vida pero por encima de todo quienes pierden de verdad son los niños. Su estabilidad familiar tal y como la habían conocido hasta ese momento, cambia y esto siempre trae consecuencias. Lo importante es que ambos progenitores tengan una causa común por encima de todas las discusiones: que los niños sigan creciendo felices.
Sobre el papel todo parece sencillo, pero si ambos se esfuerzan y dejan de lado los reproches mutuos o todas aquellas cosas que no funcionaron siendo pareja, su función de padres puede seguir siendo bueno y los hijos en común evitarán traumas que pueden arrastrar para el resto de sus vidas.
¿Qué hay que hacer cuando una pareja quiere separarse? Hay dos aspectos fundamentales que todo futuro ex cónyuge debe tener en cuenta. La parte legal del proceso y la parte psicológica. Hemos hablado en ABC con dos expertos en la materia.

La parte legal

En primer lugar, y para evitar confusiones, es fundamental explicar la diferencia entre separación y divorcio ya que la tendencia en el lenguaje común es no diferenciarlos, cuando en realidad jurídicamente son diferentes. Tal y como explica Fernando Díaz-Ponte Penedo, abogado en ACYG abogados, la diferencia entre ambos se encuentra en los efectos: mientras que la separación no extingue el vínculo matrimonial el divorcio, sí. Una persona separada judicialmente no podrá contraer matrimonio de nuevo, en cambio una persona divorciada sí. De igual modo, dos personas separadas que se reconcilian no precisarán contraer de nuevo matrimonio ya que el vínculo matrimonial no fue extinguido. Es importante también aclarar que la separación no es necesariamente un paso previo al divorcio. Uno se puede separar o divorciar, o bien, se puede separar y más tarde divorciar. Los efectos en cuanto a las medidas que se adopten (guarda y custodia, pensiones, régimen de visitas etc., son los mismos para ambos).
Mucha gente no tiene claro el procedimiento a seguir, algo lógico si tenemos en cuenta que no es un proceso común en la vida de las personas. Según el abogado, «es frecuente que los clientes inicien su relato explicando las causas del deterioro de la convivencia, infidelidades, indiferencia por los problemas del otro, etc. Sin embargo, lo cierto es que no es necesario alegar ninguna causa o motivo para proceder al divorcio. La Ley sólo establece un requisito para que se pueda solicitar el divorcio: que hayan transcurrido tres meses desde la celebración del matrimonio. Este requisito no será necesario en los casos en que se acredite la existencia de un riesgo para la vida, integridad física, libertad, la integridad moral o libertad e indemnidad sexual del cónyuge o de los hijos».
Lo primero que hay que hacer es acudir a un abogado. El procedimiento en sí puede ser de común acuerdo o contencioso. El primero es más rápido, sencillo y barato (sólo hay un abogado). En tal caso, la demanda en sí puede ser instada por uno de los dos cónyuges (con el consentimiento del otro) o por ambos. Previamente habrán pactado un convenio regulador que será el que ratifiquen en presencia del juez a fin de que éste dicte sentencia de conformidad con lo solicitado, lo que hará siempre que el convenio regulador propuesto sea ajustado a derecho; es decir, no sea dañoso para los hijos o gravemente perjudicial para uno de los cónyuges. En el convenio regulador se reflejan los acuerdos a los que han llegado los cónyuges y que regulan la atribución del uso de la vivienda habitual, la guarda y custodia de los hijos, la liquidación del régimen de gananciales, si procede, y la contribución al pago de alimentos y/o pensión.

Si no hay acuerdo entre las partes

Si no hay acuerdo entre las partes las controversias suscitadas han de ser resueltas por el juez previa celebración de la vista donde deberán acudir personalmente ambos cónyuges acompañados de sus abogados y procuradores. Si hay hijos menores también es preceptiva la intervención del Ministerio Fiscal y si los menores tienen el suficiente juicio, se les podrá oír a ellos. Tras la celebración del juicio, sin más trámite, el juez dictará sentencia concediendo el divorcio y aprobando el convenio regulador que en adelante regirá a las partes. Los cónyuges podrán recurrir la sentencia en todo o en parte ante la Audiencia Provincial, si bien conviene precisar que mientras se sustancia la apelación lo acordado por el Juez de Primera Instancia es plenamente eficaz.
Fernando Días-Ponte resalta que conviene explicar que «es posible solicitar del Juez de forma previa o simultánea a la presentación de la demanda de separación o divorcio contencioso la adopción de medidas provisionales con el fin de regular inicialmente determinados aspectos que no pueden esperar a que recaiga sentencia de divorcio para ser tratados. Como su propio nombre indica, estas medidas son provisionales por lo que la sentencia de divorcio será la que posteriormente establezca las medidas definitivas». Por ejemplo, un régimen de visitas del menor en el caso de que el cónyuge que los tenga se niegue a dejar que su ex pareja los vea.

Cosas que debes saber y nadie cuenta

—¿Qué consecuencias puede traer abandonar el hogar antes de haber firmado la separación?
—Desde el punto de vista estrictamente civil, los cónyuges están obligados a vivir juntos, por lo que si no se va a cumplir con dicha obligación, lo razonable es interponer una demanda de separación o, al menos, pactar los términos de la separación de hecho.
«Dejar la vivienda habitual y trasladarse a otra —explica Díaz-Ponte—, no implica per se consecuencia legal directa alguna siempre que no traiga consigo dejar de cumplir con los deberes legales de asistencia y sustento a que estemos obligados. En cualquier caso, debemos tener en cuenta ante un hipotético divorcio contencioso que cualquier situación de hecho que consintamos o propiciemos puede ser interpretada por el juez en un futuro procedimiento como un acto propio, o como voluntad de las partes y, en consecuencia, podría dictar una sentencia que dé continuidad a dicha situación de hecho. Otra cosa es el abandono de familia, —en síntesis, dejar de cumplir los deberes legales de asistencia inherentes a la patria potestad— que se encuentra tipificado penalmente y lleva aparejada una pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a doce meses».
Según el abogado, «cuando hablo con el cliente no recomiendo que, ante una situación “predivorcio” con una negociación en ciernes o ya en marcha, se marche del domicilio. Las razones son varias; una porque mantenerte en el domicilio sirve como medida de presión, dos; porque quien abandone el hogar está facilitando al otro cónyuge una situación de hecho que al que ha abandonado no le va a favorecer (menos aún si es hombre) o tres; porque te pueden dejar seco al interponerte una demanda mientras tú piensas que estás negociando. Además, los jueces ya se encuentran predispuestos a darle la custodia a la mujer, por lo que si se encuentra que el hombre voluntariamente ya abandonó el domicilio conyugal lo más probable es que el juez “dé continuidad“ a la situación de hecho ya creada, atribuyendo el domicilio a los menores y con ellos a la madre que es quien ya los cuida».

La custodia

Sobre el tema de la custodia, hay mucha confusión. De hecho y por ejemplos de personas populares se generan ideas confusas ante este hecho. La estipulación de quién se queda con los niños se hace de la siguiente manera: «En el caso de que haya acuerdo entre los progenitores el juez ratificará la decisión de éstos salvo que aprecie que puede haber algún riesgo para los menores. En caso de desacuerdo, oídas las partes y en su caso, el Ministerio Fiscal, será el juez quien decida sobre la adjudicación de la guardia y custodia de los hijos». Últimamente se escucha que cada vez son más padres los que obtienen la custodia o la custodia compartida. Esto se soluciona, generalmente, de la siguiente forma: «los jueces siempre tienen en cuenta al progenitor que con anterioridad a la demanda de separación o divorcio, la venía ejercitando con mayor intensidad y que, generalmente son las mujeres. Si nos atenemos a las estadísticas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística, comprobaremos cómo las mujeres siguen siendo las que soportan en mayor medida el cuidado de la familia. Así, estadísticamente las mujeres son las que más reducciones de jornada por cuidado de hijos solicitan (aprox. el 85%) las que más excedencias solicitan y las que más terminan por abandonar su empleo por idénticos motivos. Esto explica, aunque la tendencia es la búsqueda de la custodia compartida, porqué casi siempre el juez otorga la custodia a las madres».

La pensión

Una vez establecida la custodia se acuerda una pensión. Puede ser de alimentos (obligatoria) y compensatoria (opcional). La primera es aquella que se establece para cubrir los gastos del menor en todo aquello que se considera como indispensable para el sustento, habitación, vestido, asistencia médica y educación mientras sea menor de edad, y aún después cuando no haya terminado su formación por causa que no le sea imputable. Corresponde a los cónyuges fijar su cuantía, periodicidad, forma de pago y bases de actualización, y si no hay acuerdo, al juez. No existe un baremo que vincule a los jueces para su cálculo, aunque sí han sido publicadas por el CGPJ unas tablas orientadoras que facilitan el cálculo a los juzgadores y pretenden aumentar la seguridad jurídica y facilitar los acuerdos extrajudiciales. En cualquier caso, y a grandes rasgos, el importe de la pensión de alimentos depende de cada caso concreto y se modera judicialmente en función de los ingresos de quién deba abonarlo y las necesidades de los beneficiarios.
En cuanto a la compensatoria, el derecho a su cobro se determina a la vista de la existencia de un desequilibrio económico entre los cónyuges. Los requisitos de ese desequilibrio económico han sido fijados jurisprudencialmente por el Tribunal Supremo, el cual estableció que para determinar la existencia de desequilibrio económico generador de la pensión compensatorio debe tenerse en cuenta básicamente y entre otros parámetros, la dedicación a la familia y la colaboración con las actividades del otro cónyuge, el régimen de bienes a que ha estado sujeto el patrimonio de los cónyuges en tanto que va a compensar determinados desequilibrios y su situación anterior al matrimonio.
Dicho de otro modo, la opinión doctrinal y judicial mayoritaria estiman que la finalidad de la pensión compensatoria es la de ayudar al cónyuge beneficiario a alcanzar, en la medida de lo posible, aquel grado de autonomía económica que previsiblemente hubiera podido alcanzar de no haber mediado el matrimonio y la consiguiente dedicación familiar que le haya supuesto un obstáculo en su desarrollo profesional o económico. Aunque ha sido largamente objeto de controversia, el Tribunal Supremo estableció mediante sentencia de 17/07/2009, que aunque cada cónyuge tenga un trabajo independiente no por ello ha de ser obstáculo para la fijación de una pensión compensatoria si existe un desequilibrio económico en el momento de la separación.

La parte psicológica

En caso de separación de los padres siendo los niños menores de cinco o seis años, ¿qué explicaciones son las mejores? Mónica Serrano, psicóloga clínica colegiada y experta de la Pedagogía Blanca explica que «cuando una pareja se rompe, los cambios para toda la familia son evidentes. En estos casos, es esencial tener presente que la pareja se ha roto, pero que ello no debe implicar que también se rompa la familia. La familia se transforma pero no tiene porqué desestructurarse ni, mucho menos, desaparecer».
Este mensaje es el que hay que lograr transmitir a los niños fundamentalmente: «sus padres ya no son pareja, pero ellos, como hijos, van a conservar su familia y, con ella, la protección, el cuidado y el amor que ella le ofrece», añade Serrano.
¿Cómo explicárselo a los niños? «Cuando son pequeños, necesitan explicaciones sencillas y concretas, del tipo “papá y mamá ya no van a vivir en la misma casa”, “papá va a vivir en otra casa porque ya no es el novio de mamá”. Dada esta explicación, puede surgir la pregunta de “¿por qué?” por parte del niño. En este caso, explica la psicóloga, de nuevo debemos dar explicaciones concretas como «por qué ahora estamos mejor viviendo en casas separadas», comparando con ejemplos cercanos de seres muy queridos que no viven en nuestra casa: como los abuelos (o la tía u otras personas muy cercanas al niño) que nos quieren mucho pero no viven aquí.
Es importantísimo dar una explicación al niño desde el principio, no demorarse en ofrecerla ni transmitir falsas expectativas del tipo «papá se ha ido de viaje» cuando, en realidad, se ha marchado de casa. «La veracidad de la explicación permite al niño sentirse seguro ante la nueva situación», concluye la experta.

Cara y cruz de la custodia compartida

Antes de los 6 años, la custodia compartida puede ser complicada. Los niños pequeños, durante la primera infancia, tienen un vínculo muy estrecho con su madre, generalmente. Esto no quiere decir que no lo tengan con su padre, pero sí que separarse de su madre durante períodos largos de tiempo puede no ser lo más adecuado para su desarrollo emocional.
Después de los 6 años, habría que analizar la situación de cada familia para poder decidir qué tipo de régimen de custodia es el más beneficioso para los niños. Para ello habría que analizar los deseos y expectativas de ambos padres, sus posibilidades de atender a los niños y, por supuesto, las necesidades emocionales de los niños, sus deseos y cómo integrarían vivir en un régimen de custodia compartida en función de sus características personales.
Asimismo, sería esencial en todos los casos establecer las condiciones de la custodia velando, en todo momento, por el bienestar de los niños.
No obstante, cuando se plantea un régimen de custodia compartida, resulta esencial que la relación entre el padre y la madre sea fluida, que exista una comunicación aceptable entre ambos y consenso en cuanto a estilos de crianza y educativos. Si no se dan estas condiciones, el régimen de custodia compartida puede ser muy complicado para los niños.
Mensajes que hay que recalcar de manera constante para que no se sientan perdidos:
—El mensaje fundamental es que tanto su padre como su madre los quieren muchísimo, que ambos van a estar con ellos, cuidándolos, protegiéndolos y queriéndolos.
—Transmitir la incondicionalidad del amor de ambos padres hacia los hijos y que aunque haya habido una separación, su amor por ellos sigue siendo incondicional y lo seguirá siendo siempre.
—Decir de manera constante que ellos son unos hijos maravillosos, tanto para su padre como para su madre. De este modo estaremos previniendo que pudiesen sentirse responsables de la separación.
¿Qué sienten en general los niños cuando se separan sus padres?
Ante la separación de sus padres, los niños experimentan pérdidas: la pérdida de la unión familiar tal y como la habían concebido hasta el momento de la separación, la pérdida de habitar junto al padre que se marcha, la pérdida rutinas y actividades que antes se hacían con ambos padres a la vez…
Estas pérdidas pueden esconder tras de sí diversas experiencias emocionales: la sensación de inseguridad asociada al cambio, la frustración por no poder obtener lo que se desea (evitar la separación), la percepción de una amenaza potencial (la separación puede percibirse como peligro a perder el cariño de los padres).
Como toda pérdida, ésta lleva asociada un proceso de duelo. Los niños, tras la separación de sus padres han de elaborar su proceso de duelo por todo lo perdido y es esencial que este proceso sea permitido, respetado y acompañado por parte de los padres.

¿Cómo actuar ante los hijos?

En las separaciones los dos sufren emociones asociadas al sufrimiento, como son la frustración, ira, tristeza, ansiedad, etc. Es un proceso muy complicado y, muchas veces, la relación entre ambos queda enormemente deteriorada. Sin embargo, es esencial mantener el respeto entre ambos por el bien de los niños.
Consejos:
-No criticar jamás al otro padre delante de los niños.
-No tratar de poner a los niños en contra del otro padre.
-Jamás se debe utilizar al niño como “mensajero” entre ambos padres. Son los padres los que deben hacerse cargo de la comunicación entre ambos, no los hijos.
- Nunca deben hacerse comentarios que favorezcan el sentimiento de abandono, del tipo “tu padre, que no se ocupa de ti…”, “tu madre que ha roto nuestra familia…”
-No permitir jamás que otras personas hablen mal delante del niño del padre o madre ausente.
Lo que siempre se debe hacer
-Decirles la verdad de la manera más positiva posible. Las explicaciones deben ser ciertas pero siempre resaltando los aspectos positivos. Por ejemplo, en vez de decir “papá y mamá ya no se quieren” podemos decir “papá y mamá están más felices viviendo en casas distintas”.
-Mostrar siempre respeto hacia el otro padre delante de los niños. Debemos entender que, aunque ya no sea nuestra pareja, siempre será el padre/la madre de nuestro hijo y que, por respeto y amor a nuestro hijo, debemos demostrar respeto a su padre.
- Fomentar al niño seguridad con frases tipo: “papá te quiere mucho, qué bueno es papá” y lo mismo con la madre.