Cada vez
son las parejas que deciden terminar su relación y se divorcian. Nunca
es un proceso sencillo, pero desde luego cuando hay hijos de la pareja,
la situación es especialmente complicada. La consulta con un abogado
para que recibir asesoramiento legal es un habitual, pero cada vez son
más las madres y los padres los que piden ayuda a un psiquiatra o
psicólogo para separarse/divorciarse, y hacerlo de la mejor manera
posible pensado en sus hijos. Recabamos la opinión de un experto en
Psiquiatría, el doctor Javier Quintero, Jefe de Servicio de Psiquiatría
del Hospital Universitario Infanta Leonor, profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense y director de Psikids(Centro de Psicología y Psiquiatría del Niño, Adolescente y sus familias), en Madrid y en Pozuelo.
—¿Cuándo os suelen consultar en las separaciones o divorcios, en qué momento del proceso?
—En
estos procesos durante muchos años las familias nos han consultado o
pedido ayuda cuando la situación se ponía tremendamente complicada, la
tensión entre los miembros de la pareja o expareja se hacía
insostenible, y esto salpicaba a los hijos. Digamos que éramos el último
recurso, cuando todo lo anterior no había funcionado. Ahora, esto está
cambiando y son muchos los progenitores que acuden juntos a plantearnos
que se van a separar o que se están divorciando, y cómo lo pueden hacer
para minimizar el impacto de su decisión en sus hijos.
—¿Qué es lo primero que les preguntan?
—Nos preguntan de todo. Una pregunta recurrente sería ¿cuál es la mejor edad de los hijos para que se separen sus padres?,
y la verdad es que no hay ninguna buena, depende de tantas cosas, que
les recomendamos que ese no sea un factor definitorio. En términos
generales, cuanto más mayores sean los hijos mejor, pero no olvidemos
que las necesidades de hijos adolescentes de sus figuras parentales
también serán importante.
—¿Cuál podría ser su primer consejo para una pareja que está pensando en separarse?
—Tal
y como lo enfocamos, y este es uno de los conceptos centrales con los
que trabajamos con las familias, la paternidad (y con ello incluyo por
supuesto a la maternidad) ha de estar caracterizado por la generosidad. Ser madre o padre, debe ir marcado por el amor incondicional a tu hijo. Pues bien, esto no debe, ni puede caducar con la disolución del contrato con su pareja.
Con independencia de la relación que se mantenga con su expareja, la
relación con sus hijos no debería cambiar, y si lo hace, ha de ser a
mejor.
—¿Es frecuente que cambien las relaciones con los hijos cuando la gente se separa?
—Tristemente
sí. Es cierto que algunos cambios se van a producir, pero estos
deberíamos tratar de minimizarlos. Se separan de su pareja, pero no de
sus hijos, y además su «ex» seguirá siendo «siempre» la madre o el padre
de sus hijos, con lo que tratemos de hacerlo de manera lo más
civilizadamente posible, todos. Sobretodo sus hijos se lo agradecerán.
—Es muy difícil pasar página, cuando una de las partes digamos que ha sido herida.
—Sin
duda, en realidad eso ocurre casi siempre, habitualmente hay una parte
que deja a la otra, aunque se encuadre en una separación de mutuo
acuerdo. Eso tiende a despertar los peores instintos en la parte que se siente dolida o traicionada.
No obstante, esas son emociones que debemos trabajar y depurar, para en
cualquier caso, canalizarlas de manera adecuada y no «darle una patada a
su expareja en el trasero de su hijo», que es algo que hacen más
personas de las pensamos.
—¿Qué hacer cuando se tienen opiniones diferentes sobre la crianza de los hijos?
—Pues básicamente lo mismo que cuando estaban casados, tratar de llegar a un acuerdo y cumplirlo. Los niños necesitan estabilidad, y esta se la podemos propiciar aún en matrimonios que se deshacen.
Cuando una pareja se encona en un punto, y no son capaces de ver más
allá de lo que está pasando, les recomendamos elevar un poco la mirada, y
tratar de priorizar los intereses de los hijos, por encima de los
personales y, por supuesto, por encima de rencillas o venganzas. Si
tenían una idea de cómo educar a sus hijos antes del divorcio, que no la
cambien. Y si no la tenían, hay que buscar un acuerdo y cumplirlo.
—¿Cómo se les debe comunicar a los hijos la decisión?
—Deben
ser ambos padres quienes se lo cuenten, buscando un momento tranquilo,
haciendo hincapié, en este caso sí, que es una decisión conjunta de
ambos padres, sin cargar la culpa a una de las partes. Que se trata de
una decisión de los mayores, que nada tiene que ver con los hijos, y
proteger la relación que se mantiene con ellos, dejando de manera
explícita que no se va a afectar la relación que tienen hasta el
momento. Y si es la decisión es firme, explicarlo así, y además no dar falsas esperanzas de temporalidad de la situación.
—Es un proceso complicado para los hijos, al que tendrán que adaptarse.
—Y
lo harán correctamente si les ayudamos a ello. Es cierto, que vemos en
la consulta a muchos niños estupendos, que se «rompen» tras el divorcio
de sus padres, y por ello tenemos que estar muy atentos en como están
los hijos después de un divorcio, me refiero a prestarles la atención
necesaria, ni más, pero tampoco menos. Es un cambio importante, y en la
medida de lo posible, habrá que evitar otros cambios, como por ejemplo,
de colegio o de casa, si se puede pospongamos estos cambios en el
tiempo.
—Criticar al otro delante de los hijos, ¿es de lo más nocivo que se puede hacer?
—Sí,
igual que cuandomMamá y papá vivían juntos. Debemos pensar que la
figura de los padres siguen siendo muy importante para los hijos,
también después del divorcio. Hay que evitar los reproches al otro a través de los hijos,
eso no solo destruye la imagen del otro progenitor, sino que el daño se
produce realmente en el hijo. Van a seguir necesitándoles a ambos, por
eso es tan o más importante seguir asumiendo las responsabilidades de la
paternidad/maternidad tras el divorcio. Una estrategia errónea es tratar de comprar el afecto
y vemos muchos hijos de separados a los que se les mima en exceso. Se
debe evitar ese mercadeo, ese intentar la compra de afecto, mediante
cosas materiales. No es solo un error, es un horror, que lo pagarán
ellos, sus hijos, cuando sean más mayores.
—¿Qué ocurre cuando llegan a escena las terceras personas? ¿Cómo deben actuar estas?
—Gran
pregunta, tenemos 2 escenarios. Por un lado, la familia, abuelos, tíos o
amigos, que tienden a opinar, y eso no suele ser una buena idea. Hay
que situar a los niños fuera de las conversaciones de los adultos,
máxime en situaciones de divorcio, donde las emociones que se movilizan
son muy intensas. El otro escenario, es cuando aparecen terceras
personas y nuevas parejas. En este sentido la persona nueva que llega
tiene que comprender las circunstancias y debe respetar lo que está
ocurriendo y procurar ocupar el papel que le corresponde y no otro.
—Entonces, ¿es posible divorciarse bien cuando hay hijos?
—Yo creo que sí, siempre y cuando lo hagamos con generosidad,
priorizando los intereses de los hijos, se haga con cabeza y sin dejar
que las emociones dominen la situación. Como en tantas otras situaciones
en Medicina, más vale prevenir y poder pedir ayuda antes de que la
situación se complique. Y puede llegar a complicarse mucho.
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