La custodia compartida se quintuplica en ocho años en Euskadi
La CAV es una de las cuatro comunidades que cuenta con una ley que favorece este régimen
BILBAO.Más de uno de cada tres
divorcios en Euskadi acaba hoy en día en custodia compartida, en
concreto el 37%, un porcentaje muy superior al que se registraba hace
ocho años, cuando apenas eran el 6,8%. El aumento ha sido gradual desde
entonces, aunque 2013 marcó un punto de inflexión. “A partir de ese año,
el Tribunal Supremo comenzó a variar el criterio jurisprudencial”,
explica Nuria Cerván, presidenta de Federación de Euskadi para el apoyo
integral en las crisis familiares-Kidetza. “Esto fue gracias, en primer
lugar, a un cambio social que no sostenía la desigualdad entre padres y
madres. Ello supuso una modificación en la doctrina jurisprudencial que
recogió la realidad social, y sobre todo protegió a los menores y
defendió su derecho a relacionarse con sus dos progenitores”, sostiene.
Pero
ya antes, Kidetza presentó la Iniciativa Legislativa Popular (ILP)
sobre custodia compartida, que culminó en ley en octubre de 2015. Ese
año, el porcentaje de custodias compartidas ascendió casi diez puntos.
Cerván destaca que esta ley “aporta seguridad jurídica, fomenta la
mediación, disminuye la conflictividad y, por encima de todo, protege a
los menores”. Además de la CAV, solo Nafarroa, La Rioja y Catalunya
cuentan con una ley de custodia compartida.
Oskar Suazo consiguió la custodia compartida en septiembre de 2016,
“casi dos años y medio después” de su separación. “Es raro que los
hombres veamos la custodia compartida como una victoria cuando es lo que
te corresponde desde que nace tu hijo”, sostiene. La hija de Oskar
nació en agosto de 2010 y la pareja se separó en marzo de 2014. Desde el
principio tuvo claro que quería la custodia compartida y peleó por
ello, porque el conflicto que mantenía con su pareja no permitía ningún
acuerdo al respecto. “Estuve con siete abogados y todos me decían que
tenía muy pocas posibilidades, que las cifras eran las que eran. Todos
me hablaban de acuerdos económicos, pero yo lo tenía claro, no quería
acuerdos económicos, quería la compartida”, explica. Hasta que conoció
Abipase, la Asociación Vizcaina para el Apoyo Integral en las Crisis
Familiares, y a Nuria Cerván, su actual abogada.
Provisionales
Oskar
llegó a estar cinco meses sin poder ver a su hija y, a finales de año,
un juzgado estableció las medidas provisionales: pernoctas los martes y
fines de semana alternos, un tiempo que Oskar disfrutaba al máximo, pero
que le resultaba insuficiente. De hecho, este sestaoarra lamenta que
“te pierdes dos años de la vida de tu hija, dos años que son
fundamentales, ella tenía entonces cuatro años”. Oskar, ajustador de
troquelería, trabaja a turnos, por lo que, inmediatamente después de la
separación, solicitó una reducción de jornada. Era la única forma de
poder cumplir con las visitas y, sobre todo, con una futura custodia
compartida.
“En las provisionales me dieron una pernocta
intersemanal, que entonces no era lo normal. En estos juicios al final
se trata de demostrar que eres normal. Presenté informes de los
profesores, que acreditaban que siempre llevaba y recogía a mi hija del
colegio cuando el turno me lo permitía, del pediatra privado, de la
pediatra de la seguridad social y hasta de un cursillo de iniciación de
natación. Para que te den la custodia compartida, como padre, necesitas
pasar una prueba psicosocial, entonces no me la hicieron”, expone.
En febrero de 2016, padre e hija fueron examinados por un equipo
psicosocial. “La psicóloga habló con la niña unos minutos y luego
interactuó conmigo. Jugamos un rato y ya está, pero es raro, porque es
una habitación aséptica, estás vigilado por un espejo, como que no es
natural”, explica. La prueba fue favorable y, siete meses después,
obtuvo la custodia compartida. “A mí me la han dado la primera, y aún
así me ha costado dos años”, lamenta Oskar, quien pide que se aceleren
los procesos, porque “es muy duro para los progenitores y, sobre todo,
para el menor”. “Cuando no hay acuerdo entre las partes, la compartida
se convierte en una lucha titánica por conseguir lo que deberías tener
por derecho, siempre y cuando se den las condiciones”, apunta. “Si eras
un buen padre cuando estabas casado y durante ese tiempo has cuidado a
tu hija, cuando te separas sigues siendo el mismo padre”, reflexiona.
“Triunfo de todos”
Ahora,
la niña vive una semana con cada progenitor y tiene visitas
intersemanales los martes y jueves. Oskar está feliz, por lo que lamenta
que muchas mujeres sigan viendo la compartida como una derrota, cuando,
según él, el triunfo es para todos. “La custodia para la madre aboca a
la mujer a ocuparse en exclusiva de los hijos, con lo que dificulta
rehacer su vida y tampoco acceder a trabajo de mayor responsabilidad,
porque eso implica tener que trabajar más horas”. “La custodia para la
madre aboca a la mujer a estar siempre pendiente de su hijo y al hombre a
ser una tarjeta de crédito y visitante”, considera. “Durante dos años
yo he sido un papá tarjeta y un papá visita”, concluye.
Para Nuria
Cerván, “las posibilidades laborales de las mujeres han de serlo en
régimen de absoluta igualdad. Pues esa igualdad hay que aplicarla a
todo, corresponsabilidad en la crianza incluida”.